Tránsito y fiesta de San Francisco, el horizonte de la vida eterna

Tránsito y fiesta de San Francisco, el horizonte de la vida eterna

Los frailes de la Custodia de Tierra Santa celebraron la fiesta de San Francisco de Asís bajo el signo de la vida eterna. Algo que se expresa muy bien en el rito del lucernario, al final de las primeras vísperas de la fiesta, la noche del 3 de octubre: la iglesia permanece a oscuras durante la lectura del “Tránsito de San Francisco”, el texto tomado de las Fuentes Franciscanas que narra los últimos momentos de vida del santo. En el momento en que el relato habla de que el alma de Francisco asciende hacia Dios, todo vuelve a ilunimarse. “Lo que buscamos en nuestra existencia es una vida plena (es decir, feliz) y eterna – dijo el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en su homilía –. San Francisco nos enseña a prepararnos para la vida plena y eterna a través de una serie de pasos pascuales”. El 4 de octubre es el día de la misa solemne. Por la tarde, las segundas vísperas concluyen las celebraciones de la fiesta.

Nueva instalación

Este año se ha instalado un nuevo altar en honor a San Francisco. En lugar de la tradicional imagen del santo se ha construido un auténtico tríptico. En el centro está representado el Tránsito. En los seis paneles laterales se representan algunos episodios de la vida de San Francisco: la aparición en sueños al papa Honorio, la presentación de la Regla al Papa, la contemplación del belén en Greccio, la predicación ante el Papa, la aparición en el capítulo de Arles y el don de los estigmas. Las imágenes son reproducciones del ciclo de los paneles del armario de la sacristía de la Santa Cruz (Florencia), actualmente conservados en su mayoría en la Galería de la Academia.

El tránsito: hacia la vida eterna

La celebración del 3 de octubre recuerda el tránsito de San Francisco, es decir, su paso de la vida terrenal a la eterna, que tuvo lugar la noche entre el 3 y el 4 de octubre de 1226. “Bienvenida sea la hermana muerte, será para mí la puerta de la vida” son las palabras de San Francisco ante las lágrimas de los frailes aquella noche. En Jerusalén, los franciscanos de la Custodia, junto con otros religiosos y fieles, se reúnen en la iglesia de San Salvador. La celebración incluye el canto de las primeras vísperas, con la lectura del “Tránsito de San Francisco” y el rito del lucernario.

Renovación de los votos

Durante la celebración del tránsito, 42 jóvenes franciscanos (entre ellos, 17 de la Custodia) renovaron sus votos por un año más. Son los frailes que han hecho la primera profesión y están en periodo de formación – de 4 a 9 años – antes de la profesión solemne. A ellos se dirigió el Custodio de forma especial, subrayando la perspectiva pascual del compromiso a vivir en obediencia, sin nada propio y en castidad, siguiendo el ejemplo de Francisco de Asís: “Queridos hermanos que hoy renováis vuestros votos durante un año, tratad de tener una perspectiva mucho más larga y duradera, intentad tener la perspectiva de la vida eterna”.

La misa solemne

El 4 de octubre, fiesta de San Francisco, se celebra la misa solemne en la iglesia de San Salvador de Jerusalén. Según la tradición, la liturgia fue presidida por un padre dominico, el prior del convento de San Esteban de Jerusalén, Fray Martin Staszak. Lo mismo ocurre, pero invirtiendo los papeles, en la fiesta de Santo Domingo.

La homilía de fray Anthony Giambrone, director adjunto de la École Biblique de Jerusalén, subrayó la extrema sencillez del corazón de Francisco: “Escuchamos esta maravillosa frase – “El Señor me ha dado” – repetida con la misma sencillez tres veces más en el breve testamento de Francisco. Nos revela la percepción de quien conoce perfectamente su perfecta pobreza ante Dios, de quien sabe que todo es gracia y don. Todo el carisma franciscano, parece, está grabado en esta serie de dones de gracia y de revelación del Evangelio que Dios hizo a San Francisco”.

El homenaje de las autoridades

Se hallaban presentes varias autoridades a las que el Custodio dio las gracias al final de la misa. Entre los representantes diplomáticos estaban el cónsul general de Francia, Nicolás Kassianides, y el de Grecia, Dimitrios Angelosopoulos; los vicecónsules de Italia, Alessandro Tutino, España, Ignacio Sánchez Taboada, y Bélgica, Leen Verstraelen. Entre las autoridades religiosas, el delegado apostólico para Jerusalén y Palestina, monseñor Adolfo Tito Yllana y monseñor Giacinto Marcuzzo, obispo auxiliar emérito de Jerusalén y el patriarca sirio-católico de Jerusalén, Yacoub Afram Samaan, a quién el Custodio expresó sus condolencias por la muerte de tantos fieles en el reciente incendio en Qaraqosh (Irak). También estaban presentes representantes de las Iglesias católicas de rito melquita y maronita.

Marinella Bandini