Todo se ha cumplido: celebración solemne de la Pasión del Señor y adoración de la santa Cruz en el Calvario | Custodia Terrae Sanctae

Todo se ha cumplido: celebración solemne de la Pasión del Señor y adoración de la santa Cruz en el Calvario

Calvario, Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. 6 de abril de 2012

El punto central del Viernes Santo en Jerusalén se localiza en la Basílica del Santo Sepulcro donde se encuentra, en lo alto y a la derecha de la entrada, el Calvario, donde Jesús murió en la cruz. Desde primera hora de la tarde de la víspera, concluidas las celebraciones litúrgicas matutinas, las imponentes puertas de la basílica han permanecido cerradas. Algunos fieles han podido pasar la noche en el interior del santuario, en adoración al Santísimo Sacramento colocado en el interior del edículo del Sepulcro del Señor. A primera hora de la mañana del Viernes, mucho tiempo antes de que las puertas se reabrieran, se podían ver muchos fieles y peregrinos que han permanecido en la plaza de la basílica en oración y espera.

La apertura de las puertas se ha llevado a cabo de forma solemne y por un breve espacio de tiempo, para permitir la entrada del patriarca latino de Jerusalén, S. E. Mons. Fuad Twal, acompañado en procesión por la comunidad de frailes franciscanos de la Custodia y seguido por el clero local y la asamblea de fieles, deseosos de asistir a la celebración de la Pasión del Señor en el altar del Calvario. La basílica, después, se ha vuelto a cerrar, reservándola para la oración y las celebraciones de la mañana al término de las cuales las puertas se volverán a abrir y las visitas al santuario podrán continuar. No todos los presentes han podido encontrar sitio en la parte alta de la basílica y muchos han debido seguir la santa misa a pie desde la escalera que conduce al Calvario, rodeando por todas partes la Piedra de la Unción que se encuentra a pocos pasos de la entrada a la iglesia. Muchos han sido los concelebrantes, que se han visto obligados a estrecharse unos contra otros en este reducido espacio que, en días como hoy, parece todavía más angosto. Estaba presente también una significativa representación de los Caballeros y Damas de la Soberana Orden Militar de Malta. Animando la liturgia estaba el coro Magníficat de la Custodia franciscana de Tierra Santa, dirigido por Hania Soudah Sabbara.

La celebración se ha desarrollado en tres momentos importantes: la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la comunión eucarística. Según el programa litúrgico, en la Capilla del Santísimo Sacramento, o de la Aparición de Jesús resucitado a la Virgen María, el patriarca y el diácono se colocan las vestiduras litúrgicas de color rojo y, en procesión, llegan hasta el Calvario. El patriarca llevaba en procesión la reliquia del madero de la Santa Cruz, colocándola después sobre el altar del Calvario. Durante la liturgia de la Palabra, que se ha celebrado en torno a la reliquia de la Cruz, se ha cantado la Pasión del Señor según el evangelio de san Juan, concluyendo el ciclo de las cuatro lecturas de la Pasión que ha tenido lugar desde el Domingo de Ramos y en el transcurso de las celebraciones del Martes y del Miércoles santos. Cuando la lectura ha llegado al punto en el que Cristo muere en la cruz, mientras en torno a él se hacía un profundo silencio, el lector ha abandonado la lectura y se dirigido hacia el altar de los griegos ortodoxos, arrodillándose para besar el punto exacto, bajo el altar, en el que se encuentra la piedra en la que se erigió la cruz de Cristo y donde Jesús, habiéndose cumplido todo, expiró. Después de unos breves pero intensos instantes, la lectura de la Pasión ha continuado hasta la narración de la colocación del cuerpo de Jesús en el sepulcro, que se hallaba en el jardín cercano al lugar de la crucifixión.

Tras la oración universal se ha realizado la adoración de la Cruz. Mons. Twal, con la reliquia entre sus manos, ha invitado al pueblo a adorar el sagrado madero en el que el Salvador del mundo fue clavado para nuestra redención. El rito de la adoración de la Santa Cruz es muy antiguo, se remonta al siglo IV cuando, el día del Viernes Santo, precisamente en este lugar, los fieles desfilaban durante 3 o 4 horas adorando la Cruz. Después, durante otras tres horas, se proclamaban los textos de la Sagrada Escritura que se referían a la Pasión del Señor. Este rito ha permanecido vivo hasta el día de hoy y se ha renovado de nuevo aquí, en el Calvario, donde toda la asamblea -diáconos, clero, frailes y pueblo- se ha acercado en procesión, cantando lamentaciones e himnos, para honrar y besar el madero de la Cruz. Al finalizar la celebración, la reliquia ha sido llevada a la Capilla de la Aparición, donde los fieles han podido seguir honrándola de forma privada.

Mientras los franciscanos acompañaban otra vez al patriarca y a su séquito hasta la sede patriarcal, las estrechas y saturadas callejuelas de la Ciudad Vieja de Jerusalén estaban llenas de vida con los fieles cristianos que seguían incesantemente con sus gestos de devoción en este sagrado Triduo pascual, en espera de la santa Pascua de Resurrección del Señor, y con el pueblo judío que se preparaba, la misma tarde del viernes, para comenzar la semana de la fiesta de Pésaj.



Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de fray Giorgio Vigna