La exposición Lux Tenebra ha llegado al “Meeting por la amistad entre los pueblos”, un evento cultural católico que se celebra cada año, en agosto, en Rímini (Italia). La exposición es una de las iniciativas con las que la Custodia de Tierra Santa está celebrando el centenario de la dedicación de las basílicas de la Transfiguración (Monte Tabor) y de la Agonía (Getsemaní).
La “geografía de la salvación”
Como escribió Pablo VI en la exhortación apostólica “Nobis in animo” publicada hace 50 años, “junto a la historia de la salvación, existe una ‘geografía de la salvación’. Los Santos Lugares tienen la virtud de ofrecer un apoyo inquebrantable a la fe, permitiendo al cristiano entrar en contacto directo con el entorno donde ‘el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’”.
Los contenidos de la exposición fueron el centro de un encuentro promovido por la Asociación Pro Terra Sancta, para reflexionar sobre la custodia y la conservación de los Santos Lugares como vía de diálogo y paz. Por parte de la Custodia de Tierra Santa – que desde 1342 se encarga de los Santos Lugares en nombre de la Iglesia universal – intervino fray Alessandro Coniglio, discreto de Tierra Santa y presidente del comité científico para las celebraciones del centenario de las dos basílicas. “Los discípulos – subrayó – fueron invitados por Jesús a regresar a Galilea, a los lugares donde habían vivido con él, fueron invitados a experimentar que incluso en su nueva dimensión de resucitado, Jesús seguía estando presente en sus vidas. Del mismo modo, quienes visitan los Santos Lugares experimentan esta gracia, la posibilidad de entrar en relación con la vida misma de Jesús”.
Arquitectura y Misterio
De ahí, subrayó fray Alessandro, la importancia de monumentalizar los Santos Lugares, “no para congelar el Misterio que contienen sino para estimular a los peregrinos a vivir cada vez más ese Misterio”. De ello hablaron más específicamente el arquitecto Vincenzo Zuppardo, comisario de la muestra, y Carla Benelli, responsable de los proyectos de conservación del patrimonio cultural de Pro Terra Sancta.
El primero se centró en la figura del arquitecto Antonio Barluzzi, encargado por la Custodia de construir los dos santuarios. Su planteamiento estilístico y arquitectónico estaba orientado al Misterio que esos lugares quieren comunicar. La arquitectura y las formas, para Barluzzi, estaban al servicio del significado, debían ayudar a la gente a identificarse con ese Misterio”. La segunda destacó el compromiso sobre el terreno de Pro Terra Santa para la conservación y valoración del patrimonio cultural, fundamentalmente a través de la formación de personal local cualificado. Un trabajo que surgió de la intuición de fray Michele Piccirillo, de la Custodia de Tierra Santa, y de su encuentro con el arquitecto Osama Hamdan, verdadera alma del proyecto, hasta su desaparición hace pocos meses. De este modo, el trabajo de restauración no solo conserva los monumentos, sino que construye el tejido social y se convierte en una pequeña semilla de esperanza.
Marinella Bandini
