Seconda peregrinazione al Getsemani: qui Gesù ci insegna l’abbandono totale al Padre

Seconda peregrinazione al Getsemani: qui Gesù ci insegna l’abbandono totale al Padre

The Friars around the bare rock where Jesus sweated blood
The Friars around the bare rock where Jesus sweated blood

Segunda peregrinación a Getsemaní: aquí Jesús nos enseña el abandono total al Padre

El miércoles 15 de marzo, en la basílica de Getsemaní, llamada “de la Agonía”, al pie del Monte de los Olivos en Jerusalén, tuvo lugar la segunda peregrinación de Cuaresma. Aquí se conmemora la agonía y la oración del Señor preparándose para su pasión: este acontecimiento muestra toda la humanidad de Cristo que, según el evangelista Mateo, “empezó a sentir tristeza y angustia” hasta sudar sangre.

La basílica actual (que se alza sobre un eje situado en el punto de encuentro entre el perímetro de la iglesia bizantina y la de época cruzada) fue diseñada por el arquitecto Antonio Barluzzi y surge para integrar un bloque aislado de roca donde se concentra la memoria del sufrimiento de Jesús. También es llamada “Iglesia de las Naciones” porque muchos países contribuyeron a su construcción y los escudos de esas naciones están representados en las cúpulas y los mosaicos del ábside. Para trasmitir mejor la impresión de dolor y abatimiento, el interior se dejó en penumbra, gracias a los matices de morado del alabastro de las ventanas y al azul oscuro de la bóveda. Entre la Gruta de la Traición y la Roca de Getsemaní se extiende un huerto de olivos, algunos de los cuales, vallados a la entrada del santuario, proceden de una cepa antigua, probablemente contemporánea a Jesús.

La celebración eucarística fue presidida por fray Piermarco Luciano, vicario de la fraternidad de San Salvador en Jerusalén y vicemaestro del estudiantado teológico. Pronunció la homilía de nuevo el padre fray Alessandro Coniglio, profesor en el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, elegido para guiar a los franciscanos durante el tiempo de Cuaresma a través de sus reflexiones sobre las Escrituras. El padre Coniglio, que en su anterior predicación empezó a reflexionar sobre el misterio del dolor de Dios y su implicación en la vida de los hombres, continuó meditando sobre el misterio del sufrimiento que Dios siente al venir a socorrer al hombre pecador.

Durante su comentario a las lecturas se detuvo en la figura del “siervo del Señor”, anunciado por el profeta Isaías (cf. 52,13), llamado por Dios a una misión especial: este siervo es el hombre Jesús, que «parece haber venido a propósito para cumplir estas expectativas: él, el inocente – dijo fray Alessandro Coniglio – siente tristeza y angustia, una tristeza mortal [...] y el cáliz del dolor es tan terriblemente amargo que Jesús ruega insistentemente al Padre para que se lo ahorre. Pero Jesús conoce su misión, él sabe bien que, a pesar de ser Hijo de Dios, deberá aprender a hacerse siervo, tendrá que realizar todo lo que Isaías había predicho: deberá sufrir y padecer, no por sus pecados sino por los de todos los hombres. El Hijo se hace siervo para que los siervos puedan volver a ser hijos».  En una vívida imagen que recoge el topónimo de este lugar (Getsemaní en arameo significa “prensa de aceite”), fray Coniglio subrayó que «el Padre comienza aquí a exprimir a su Hijo en la prensa de Getsemaní: Jesús tendrá que dejarse aplastar por el peso del pecado del mundo, para que el pecado, exprimido por este molino de dolor, deje fluir el jugo de la salvación y de la misericordia divina» (aquí el texto completo de la homilía).

Ante la roca desnuda donde Jesús sudó sangre, fray Alessandro exhortó a «entender tras los sufrimientos que vivimos cada día el plan de amor de Dios por nosotros y por la humanidad, porque estos sufrimientos, que ya fueron asumidos por el Hijo de Dios en este lugar, solo en Él adquieren un nuevo significado. Aquí, en este lugar, podemos aprender cómo abandonarnos totalmente en las manos del Padre, incluso en el sufrimiento, que es salvífico».

Finalmente, antes de la bendición, el guardián de la basílica, fray Sinisa Srebenovic, invitó a la asamblea a rezar por fray Vittorio Bosello, que celebraba sus 40 años de misión en Tierra Santa, y concluyó recordando que la basílica de las Naciones se está preparando para celebrar el centenario de su fundación, que tuvo lugar en 1924.

Silvia Giuliano