En el convento de San Salvador hoy, 13 de junio, es día fiesta. La Custodia de Tierra Santa, aquí como en todos los conventos de la provincia, festeja a su patrono y protector: san Antonio de Padua.
Durante las primeras vísperas, el vicario custodial, fray Artemio Vítores que ha presidido las celebraciones en San Salvador, ha recordado que la invocación a san Antonio protegió a los franciscanos durante la Primera Guerra Mundial de la destrucción del convento de San Salvador por parte de los otomanos, mientras los ingleses avanzaban hacia la ciudad santa (ver abajo la homilía en italiano). Los frailes, entonces, decidieron elegirle como santo protector, un deseo que fue confirmado con la aprobación del papa en 1928.
Desde entonces, la devoción a este santo, «uno de los más amados de la Iglesia» según fray Artemio, ha ido creciendo en Tierra Santa como lo atestiguan las familias cristianas que todos los años, con ocasión de su fiesta, consagran a los niños como agradecimiento por las gracias recibidas. Fray Artemio ha subrayado también el ejemplo y actualidad del santo franciscano no solo en este Año de la Fe, fe que el santo predicó con fervor, sino también en este difícil período económico; el santo, de hecho, tuvo una especial y constante atención a los pobres.
Una numerosa asamblea se ha reunido en torno a los frailes en la iglesia de San Salvador. Según marca la tradición, los primeros puestos los han ocupado los representantes de las distintas confesiones cristianas de la ciudad y los cónsules generales de las cuatro naciones latinas: España, Bélgica, Francia e Italia. Todos los que trabajan al servicio de las comunidades cristianas del país se han unido a la alegría y confianza renovada de la Custodia en la intercesión de este santo originario de Lisboa y contemporáneo de san Francisco de Asís.
Unos cuarenta sacerdotes han acompañado a fray Artemio durante la celebración de la eucaristía. A la salida, la asamblea se ha vuelto a reunir en el recibidor de la curia general para compartir el aperitivo antes del almuerzo festivo, al que se han unido todos los invitados de la Custodia.
La jornada ha concluido con el canto de las segundas vísperas, presididas por fray Marcelo Cichinelli. En una breve homilía, fray Marcelo ha hablado de dos aspectos de san Antonio, el estudiado en el seminario durante el curso de filosofía y el que se vislumbra en sus sermones, que muestran su profunda cercanía a Cristo crucificado, su amor por la Palabra de Dios y por los pobres.
En este día, la Custodia se acuerda especialmente y confía a la protección de san Antonio a sus hermanos presentes en Siria. Allí son alrededor de doce frailes, presentes en el corazón de este conflicto que está despedazando y ensangrentando el país, siguen rezando y ayudando a quien lo necesita, sin distinción, orando por la paz para todos. Que san Antonio les asista en todo momento.
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Durante las primeras vísperas, el vicario custodial, fray Artemio Vítores que ha presidido las celebraciones en San Salvador, ha recordado que la invocación a san Antonio protegió a los franciscanos durante la Primera Guerra Mundial de la destrucción del convento de San Salvador por parte de los otomanos, mientras los ingleses avanzaban hacia la ciudad santa (ver abajo la homilía en italiano). Los frailes, entonces, decidieron elegirle como santo protector, un deseo que fue confirmado con la aprobación del papa en 1928.
Desde entonces, la devoción a este santo, «uno de los más amados de la Iglesia» según fray Artemio, ha ido creciendo en Tierra Santa como lo atestiguan las familias cristianas que todos los años, con ocasión de su fiesta, consagran a los niños como agradecimiento por las gracias recibidas. Fray Artemio ha subrayado también el ejemplo y actualidad del santo franciscano no solo en este Año de la Fe, fe que el santo predicó con fervor, sino también en este difícil período económico; el santo, de hecho, tuvo una especial y constante atención a los pobres.
Una numerosa asamblea se ha reunido en torno a los frailes en la iglesia de San Salvador. Según marca la tradición, los primeros puestos los han ocupado los representantes de las distintas confesiones cristianas de la ciudad y los cónsules generales de las cuatro naciones latinas: España, Bélgica, Francia e Italia. Todos los que trabajan al servicio de las comunidades cristianas del país se han unido a la alegría y confianza renovada de la Custodia en la intercesión de este santo originario de Lisboa y contemporáneo de san Francisco de Asís.
Unos cuarenta sacerdotes han acompañado a fray Artemio durante la celebración de la eucaristía. A la salida, la asamblea se ha vuelto a reunir en el recibidor de la curia general para compartir el aperitivo antes del almuerzo festivo, al que se han unido todos los invitados de la Custodia.
La jornada ha concluido con el canto de las segundas vísperas, presididas por fray Marcelo Cichinelli. En una breve homilía, fray Marcelo ha hablado de dos aspectos de san Antonio, el estudiado en el seminario durante el curso de filosofía y el que se vislumbra en sus sermones, que muestran su profunda cercanía a Cristo crucificado, su amor por la Palabra de Dios y por los pobres.
En este día, la Custodia se acuerda especialmente y confía a la protección de san Antonio a sus hermanos presentes en Siria. Allí son alrededor de doce frailes, presentes en el corazón de este conflicto que está despedazando y ensangrentando el país, siguen rezando y ayudando a quien lo necesita, sin distinción, orando por la paz para todos. Que san Antonio les asista en todo momento.
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