¿Sabéis por qué Jerusalén es la primera en celebrar la vigilia pascual? | Custodia Terrae Sanctae

¿Sabéis por qué Jerusalén es la primera en celebrar la vigilia pascual?

Para anunciar la resurrección del Señor, Jerusalén es la primera entre todas las naciones en acercarse a la tumba. Antes que las islas Fiyi y Micronesia, antes incluso que Australia, las calles desiertas de Jerusalén se llenan de gente, a las primeras luces del día, para acercarse a la tumba.
Mientras sale ligeramente el sol en este comienzo de la primavera, las hijas de Jerusalén se apresuran hacia el sepulcro.

¿Una vigilia de Pascua a las siete de la mañana? ¡La vigilia de Pascua celebrada a menos de 24 horas de la muerte del Señor, y sin el silencio del Sábado Santo! ¿Es, quizá, un error litúrgico?

Los espíritus racionales dirán que es a causa del Statu Quo, que es el reglamento que rige la vida de las Iglesias que viven juntas en la basílica de la Resurrección; que a los católicos romanos, que aquí se les llama «latinos», les ha tocado este preciso momento de jornada…

Pero la fe sabe cosas que la razón ignora.

Si Jerusalén se anticipa es porque, como María Magdalena, la pecadora perdonada por el Señor, la ciudad se hace apóstol de los apóstoles. Más que el resto, se dirige con prisa hacia su Salvación y llega, la primera, a la tumba para encontrar la piedra corrida.

Y los franciscanos de la Custodia, que han ido a recoger al patriarca, han llegado en primer lugar, pero le han cedido el puesto en la alegría de la resurrección.
Una llama brilla en la noche. Cristo, ayer y hoy, alfa y omega.
¡Exultet! ¡Que la trompeta triunfal resuene por la victoria del gran Rey!

Releyendo las Escrituras, los discípulos entendieron lo que habían anunciado los profetas y fueron renovados en su gracia bautismal; y participaron en la Pascua del Señor partiendo el pan y compartiendo el vino. La muchedumbre crecía en torno a ellos y con ellos cantaba alabanzas al Señor… Y lo reconocieron en el pan y en el vino.
Y, camino de regreso, sus corazones ardían en alegría; y siguieron anunciando a los demás la Buena Nueva.

Las campanas de Jerusalén han repicado tan fuerte que las islas Fiyi, Micronesia y toda Australia han escuchado el grito exultante. De ahora en adelante, por todo el mundo, el universo entero cantará: «¡Es Pascua!», para anunciar al mundo entero: ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

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