Recuerdo de Lázaro, Marta y María en Betania, la casa de la amistad

Recuerdo de Lázaro, Marta y María en Betania, la casa de la amistad

El 29 de julio la Custodia de Tierra Santa celebró la memoria de Lázaro, Marta y María, los amigos de Jesús, en la iglesia franciscana de Betania, también llamada casa de la amistad, de la acogida y la hospitalidad.

De hecho, este lugar era frecuentado a menudo por Jesús en sus viajes desde Jerusalén a Galilea o de Galilea a Jerusalén: paraba aquí, en Betania, que entonces como hoy, era un suburbio de Jerusalén, un pequeño centro en el borde del desierto de Judea. En árabe la ciudad se conoce como Al Eizariya o al Azariya, que toma su nombre de Lázaro, el amigo que Jesús resucitó aquí de la muerte (Jn 11, 1-44).

Las celebraciones comenzaron en las primeras horas de la mañana: fray Gianfranco Pinto Ostuni, vicario del Terra Sancta College de Jerusalén, presidió la primera misa precisamente en la tumba de Lázaro.

A continuación, la comunidad local junto con los frailes participó en los laudes y en la segunda celebración eucarística, presidida por fray Piermarco Luciano, vicario local del convento de San Salvador de Jerusalén, dentro del santuario, reconstruido por el arquitecto Antonio Barluzzi entre 1952-1953 sobre las excavaciones arqueológicas realizadas en 1949.

En su comentario al evangelio, el superior del santuario, fray Eleazar Wronski centró en primer lugar la atención sobre el pasaje del evangelio de Juan 11, 19-27. «Jesús visita con frecuencia este lugar porque ama a Marta, María y Lázaro. Con ellos tiene una auténtica relación de amistad – subrayó fray Eleazar en su homilía –. La misma Marta, ante la muerte de su hermano, tiene palabras casi duras hacia Jesús, con quien comparte su rabia, sus emociones, su fragilidad. Comparte sus problemas. Es justo aquí, en Betania, donde Jesús se convierte en amigo de los hombres».

Luego continuó, centrando su atención en la figura de Marta: «“Marta, Marta... tú te afanas y te preocupas por muchas cosas”, le dice Jesús: pero estas palabras se refieren a muchos de nosotros cuando caemos en el perfeccionismo. Y al mismo tiempo olvidamos los verdaderos motivos detrás de nuestras acciones. No debemos caer en la tentación de ser perfectos, sino procurar que nuestras acciones sean siempre expresión de nuestro amor».

Después de la liturgia eucarística, los frailes, religiosos, religiosas y fieles se dirigieron de nuevo hacia la tumba de Lázaro para la visita y la lectura del evangelio (Jn 11, 1-45).

A continuación, la peregrinación tradicional continuó al lugar de la Ascensión, antes accesible a pie pero actualmente bloqueado por el muro entre Israel y Palestina: en el pequeño edículo octogonal, que custodia el recuerdo de las huellas de Jesús y de su Ascensión, tuvo lugar la lectura del pasaje del evangelio relativo a este acontecimiento (Mc 16, 15-20).

La fiesta, como ocurre durante la peregrinación de Cuaresma, concluyó con la procesión hasta la cercana iglesia del Pater Noster, llamada comúnmente Eleona, donde se leyó el evangelio de Mateo (6, 5-13), que recuerda la enseñanza de Jesús de la oración del Padrenuestro.

Silvia Giuliano