Recorremos el camino hacia la Pascua eterna

El mensaje pascual para este 2025 de fra Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa

Estimadas amigas, estimados amigos,

El Señor les de la paz.

1. En estos nueve años he tenido el placer y el privilegio de poder felicitacitarles por la Pascua desde los lugares que recuerdan la resurrección de Jesús y sus primeras apariciones: el Sepulcro vacío y las capillas cercanas que recuerdan el encuentro con su madre, con María Magdalena y con las mujeres; Emaús donde Jesús se da a conocer al partir el pan; el Cenáculo donde se aparece a los discípulos la noche de Pascua y ocho días después.

2. Este año quisiera felicitarles desde un lugar muy especial: Tabga, que está a orillas del Mar de Galilea, no lejos de Cafarnaún, del Monte de las Bienaventuranzas y de Magdala.

A Magdalena, Jesús le había pedido que anunciara a sus hermanos y hermanas que había resucitado e iba delante de ellos a Galilea, y que allí volverían a encontrarse con Él, donde todo había comenzado tres años antes.

3. En Tabga, a orillas del lago, Jesús se aparece a Pedro y a otros seis discípulos que intentaban pescar, como si hubieran archivado su llamada porque estaban abrumados por la muerte del Maestro. En Tabga, Jesús resucitado aparece al amanecer, cuando ya no es de noche, pero aún no es de día. Aparece cuando es más difícil reconocer el rostro, pero no la voz.

4. El Resucitado aparece y pide una vez más pescar cuando la pesca es ya inútil. Pide confiar en Él, una vez más y hasta el final. Porque sólo Él es capaz de voltear nuestros fracasos y llenar nuestros vacíos.

El Resucitado aparece y le hace a Pedro la pregunta más importante, la misma que nos hace a nosotros: “¿Me amas más que todo y más que a todos? Si me amas de verdad puedes empezar a seguirme de nuevo. Si me amas de verdad, puedes empezar a cuidar de las personas que te confío. Si me amas de verdad, puedes dar tu vida hasta el final, como yo”.

5. Si queremos celebrar la Pascua, si queremos celebrarla plenamente, también nosotros debemos aprender a no permanecer prisioneros en una tumba vacía. Jesús resucitado va delante de nosotros y camina delante de nosotros.

Si queremos celebrar la Pascua, no podemos quedarnos prisioneros de nuestros fracasos personales: tanto en el plano humano como en el religioso.

Si queremos celebrar la Pascua, tampoco podemos permanecer aplastados bajo la pesada piedra de las circunstancias que nos toca vivir, que hablan de fracaso y de muerte: guerras, pandemias, terremotos, crisis económicas, catástrofes naturales y desastres causados por nuestra imprudencia humana y, a veces, incluso por nuestra crueldad humana.

6. Jesús resucitado ya ha vencido todo esto y sólo nos pregunta: “¿Me amas hasta el punto de confiar plenamente en mí? ¿Estás dispuesto a empezar de nuevo conmigo? ¿Estás dispuesto a ponerme de nuevo en el centro de tu vida?”. Entonces y sólo entonces podrá decirnos de nuevo: “Sígueme, cuida de las personas que te confío y aprende conmigo a dar la vida”.

7. Entonces, y sólo entonces, también nosotros seremos capaces de reconocerle presente cuando ya no es de noche, pero todavía no es de día, y experimentaremos que esperando en Él nunca seremos defraudados, engañados o confundidos, y podremos caminar con confianza, acompañados por Él, por los caminos del tiempo hacia la Pascua eterna.

Feliz Pascua

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