«¿A quién temeré?» | Custodia Terrae Sanctae

«¿A quién temeré?»

En Jerusalén las semanas se suceden con una impresionante similitud. Como de costumbre, durante la Cuaresma, la Iglesia latina concede una solemnidad especial a las celebraciones dominicales en el Santo Sepulcro.

El sábado 28 de febrero una importante delegación de franciscanos ha acompañado en procesión hasta la basílica del Santo Sepulcro a Mons. Kamal Hanna Bathish, vicario general emérito del Patriarcado. Ha seguido el rito tradicional de acogida a los prelados: las puertas cerradas de la basílica se abren cuando llega la delegación, Su Excelencia venera la piedra de la Unción, abraza el crucifijo y, después, asperge con agua bendita a los clérigos y fieles presentes.

Participando en la procesión cotidiana en su forma solemne, los católicos presentes han podido disfrutar del aire de fiesta que reina en la basílica de la Resurrección. Contrariamente a la semana pasada, también las Iglesias ortodoxas han dado comienzo al camino cuaresmal. De hecho, el calendario juliano señala este año el tiempo de Cuaresma una semana más tarde. Así, se han ido acercando sucesivamente a la piedra de la Unción los patriarcas griego, copto, siríaco y armenio. Escoltados por numerosos sacerdotes y seminaristas, los responsables ortodoxos han demostrado su paciencia antes de llegar a sus respectivos lugares de culto, debido a la numerosa presencia de fieles.

A las 15.00 horas, los latinos han iniciado la procesión solemne, presidida por fray Sergio, secretario de la Custodia, en presencia de Mons. Bathish. Una particularidad de la procesión de Cuaresma es que la totalidad de los himnos se cantan con complejas melodías y el órgano acompaña la oración durante todo este camino de fe.

Los franciscanos se han vuelto a reunir por la noche para celebrar el oficio de la Vigilia de la segunda semana de Cuaresma. Hacia medianoche, los salmos resonaban en la capilla de la Aparición de Cristo a su Madre. La gran cantidad de fieles presentes han seguido después al custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, que ha presidido el oficio, en la procesión en torno al edículo del Santo Sepulcro.
Es este un oficio muy especial: mientras que en la Iglesia universal no se canta ya el Aleluya hasta la noche santa de la resurrección, en el Santo Sepulcro los cantos de la victoria pascual resuenan siempre. Y es un importante signo ver a esta porción de la Iglesia acercarse en procesión, con las velas en la mano como durante la vigilia pascual, algunos instantes después de haber escuchado el relato de la salida de Egipto, durante las vigilias. En la basílica del Santo Sepulcro, también durante la Cuaresma, ¡no se puede acallar la alegría de la resurrección!

Terminado el oficio, los frailes menores han regresado al convento de San Salvador, mientras el custodio celebraba en privado la misa dominical en el Calvario.
La asamblea, recién levantada, se ha vuelto a reunir la mañana del día siguiente en torno al patriarca latino de Jerusalén, Mons. Fuad Twal.
Según el uso, el patriarca celebra una parte de la misa con un franciscano; este domingo ha sido fray Sergio. La homilía la ha pronunciado, sin embargo, fray Sebastián ofm, de la comunidad del Dominus Flevit, que ha desarrollado las palabras del Salmo: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?». Recordando que la Cuaresma es un «tiempo propicio para pedir la paz, primero en nuestro corazón y después en el mundo», el sacerdote iraquí ha animado a la asamblea –compuesta en buena parte por fieles de la parroquia jerosolimitana- a «no tener miedo». «Nuestro miedo no debe dar paso a una pérdida de confianza en Dios, incluso en estos momentos terribles para los cristianos de Oriente Medio. Permanezcamos fuertes y pacientes, porque sabemos que la caída de la “gran bestia” de la que habla el Apocalipsis, está cercana». El predicador ha exhortado finalmente a los fieles a gritar a Dios para que Él «ilumine las conciencias con la luz de Cristo transfigurado».

Con este segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia latina sigue su camino hacia la Pascua. El miércoles 4 de marzo, los frailes franciscanos se acercarán hasta el santuario del Dominus Flevit a las 16.00 para celebrar allí la santa misa.

Nicolas Kimmel