Pentecostés 2008 en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

Pentecostés 2008 en Jerusalén

Es cierto que “el Espíritu sopla donde quiere” (cfr. Jn 3,8), pero la gracia de poder celebrar Pentecostés en Jerusalén es única. Sobre todo cuando se puede revivir en los mismos lugares donde, hace casi dos mil años, descendió el Espíritu Santo.

También este año, después de haber celebrado por la mañana la misa solemne en la iglesia parroquial de San Salvador en Jerusalén, el Custodio ha presidido las segundas vísperas en la “sala superior” del Santo Cenáculo, apenas distante de la puerta de Sión, sobre la colina occidental de la Ciudad Santa. Sin embargo, este año ha habido una novedad. Al inicio de la liturgia vespertina, el Custodio ha realizado un ingreso solemne y se ha acercado procesionalmente a la sala que la tradición ha consagrado como el lugar en el que descendió el Espíritu. Después de haberlo incensado, ha vuelto al centro de la sala principal para dar inicio al canto de las vísperas.

El Custodio de Tierra Santa posee todavía el título de Guardián del Santo Monte Sión, porque el Cenáculo fue el primer convento de los frailes franciscanos en Tierra Santa, en el siglo XIV, lugar del que fueron expulsados por los turcos dos siglos después.

Esta liturgia es una ocasión para los frailes de reafirmar sus derechos sobre este lugar santo, cuna de la Custodia de Tierra Santa, además, como es obvio, de la Iglesia universal la cual, nacida del costado abierto de Cristo sobre el Calvario, aquí en el Cenáculo se manifestó al mundo con la fuerza del Espíritu.

Después de la expulsión del Santo Cenáculo, los frailes llevaron las memorias litúrgicas del santuario a la iglesia de San Salvador, y esto explica el porqué de la celebración de la santa Misa en esta iglesia. La liturgia ha estado animada por la Coral de Tierra Santa y del Coro Yasmeen, desde el punto de vista musical, y por el estudiantado franciscano de San Salvador para el servicio litúrgico.

Igual que en la santa Misa de la mañana, también la liturgia vespertina en el Cenáculo se ha realizado con gran participación de los religiosos y religiosas que trabajan en Tierra Santa, peregrinos de paso y fieles locales, una cualificada representación de la Iglesia de Cristo, que comenzó precisamente aquí, hace casi dos mil años, su camino de expansión misionera por el mundo entero.

AC