Nicosia. En una capital dividida, el Papa predica la esperanza de la Cruz | Custodia Terrae Sanctae

Nicosia. En una capital dividida, el Papa predica la esperanza de la Cruz

Tras concluir su primera jornada en Chipre, el Papa Benedicto XVI se ha retirado –como es habitual en los viajes pontificios- a la Nunciatura apostólica, que se encuentra en un ala del convento franciscano de la Santa Cruz, en Nicosia.

El convento de la Santa Cruz ha sido mantenido siempre por los frailes franciscanos durante los sucesos que dividieron la isla, y en particular en la ciudad de Nicosia con la construcción de un muro de separación. Hoy, la comunidad franciscana vive en la línea verde, una zona desmilitarizada controlada por las Naciones Unidas. Se pueden comprender de este modo las imágenes televisivas que muestran al Santo Padre pasar delante de los cascos azules mientras regresa a pie a la Nunciatura tras la misa de la tarde. Esta iglesia, la única de rito latino en toda la ciudad, es la parroquia de los católicos locales aunque acoge también a fieles provenientes de unos cincuenta países distintos. “Es una gran riqueza, no sólo para la Iglesia local sino para toda la sociedad chipriota”, afrima fray Umberto Barato, franciscano y párroco de Santa Cruz al mismo tiempo que vicario patriarcal de los latinos (véase el video en italiano “Nicosia y la iglesia católica de la Santa Cruz”).

Que un franciscano sea vicario patriarcal y que otras tres parroquias de la isla estén animadas por los frailes franciscanos se debe a que ya desde el inicio del siglo XIII, la Santa Sede les encargó esta misión. Es muy probable que el primer convento construido por los franciscanos en Nicosia date del año 1226, según un escrupuloso estudio sobre la presencia franciscana en la isla llevado a cabo por el histórico Paolo Pieraccini. Una presencia que cumplirá en breve los 800 años y que ha estado marcada por el martirio de numerosos cristianos, entre ellos algunos relisiosos franciscanos.

Aunque hasta ahora Benedicto XVI no ha hecho ninguna referencia directa a la importante historia de la Iglesia Católica en Tierra Santa, los franciscanos seguramente habrán agradecido no sólo la misa en su parroquia sino también esa pequeña frase pronunciada esta mañana durante el encuentro con la comunidad católica de Chipre en el campo deportivo de la escuela elemental San Marón: “Saludo también a Su Beatitud el Patriarca Fouad Twal y rindo honor al paciente y gran trabajo desarrollado por la Custodia franciscana de Tierra Santa, en la persona del padre Pizzaballa, hoy con nosotros”.

Es verdad que los franciscanos de Chipre están llenos de alegría, y con ellos todos los frailes de la Custodia, especialmente los que han llegado del resto de la provincia para vivir esta primera visita de un Papa a Chipre. Se les ve de vez en cuando en la televisión, sobre todo al Custodio, que forma parte del séquito junto a fray Umberto Barato, pero también, en la escuela San Marón, fray Martín Zavaletta, director de la renombrada escuela de Tierra Santa de Nicosia, el cual ha recibido –como director de la escuela maronita- una reproducción del icono de “María, Salus Populi Romani”, que se encuentra en Santa María la Mayor de Roma. Una quincena de estudiantes del seminario están ya de viaje tras haber servido la misa de esta tarde.

Una misa muy intensa, celebrada con los sacerdotes, religiosos y laicos responsables de la pastoral de la isla y en la que se ha mezclado armoniosamente el griego, el árabe, el latín y el inglés. Un misa durante la cual, en su homilía, el Santo Padre ha querido meditar sobre el misterio de la Cruz.

“La Cruz, por tanto, es algo más grande y misterioso de cuanto a primera vista pueda parecer. Indudablemente es un instrumento de tortura, de sufrimiento y de derrota, pero al mismo tiempo significa una completa transformación, la victoria definitiva sobre estos males, y esto la convierte en el símbolo más elocuente de la esperanza que el mundo haya visto jamás”. “He aquí por qué el mundo necesita de la cruz. Esta no es simplemente un símbolo privado de devoción (…). La cruz habla de esperanza, habla de amor, habla de la victoria de la no violencia sobre la opresión, habla de Dios que eleva a los humildes, da fuerza a los débiles, hace superar las divisiones y vencer el odio con el amor. Un mundo sin cruz sería un mundo sin esperanza”.

Después de dirigirse a los sacerdotes del mundo entero y a los seminaristas que serán ordenados en breve, el Santo Padre ha pronunciado unas bellísimas palabras dedicadas a los sacerdotes de Oriente Medio, que llevan la cruz con los sucesos que padecen.

“En mi pensamiento y en mis oraciones me acuerdo de modo especial de muchos sacerdotes y religiosos del Oriente Medio que están experimentando en estos momentos una particular llamada a conformar sus propias vidas al misterio de la Cruz del Señor. Allí donde los cristianos son minoría, donde sufren privaciones a causa de las tensiones étnicas y religiosas, muchas familias toman la decisión de emigrar, e incluso los pastores son tentados a hacer lo mismo. En situaciones como estas, no obstante, un sacerdote, una comunidad religiosa, una parroquia que persevera y continua dando testimonio de Cristo es un signo extraordinario de esperanza no sólo para los cristianos sino también para todos aquellos que viven en la región. Su sola presencia es una expresión elocuente del Evangelio de la paz, de la decisión del Buen Pastor de cuidar de todas las ovejas, del inquebrantable esfuerzo de la Iglesia en el diálogo, en la reconciliación en la amorosa aceptación del otro. Abrazando la cruz que se les ofrece, los sacerdotes y religiosos de Oriente Medio pueden realmente irradiar la esperanza que está en el corazón del misterio que celebramos en la liturgia de hoy”.

Este apoyo del Santo Padre a toda la cristiandad del Oriente Medio nos permite entrar plenamente en la perspectiva de este viaje con la entrega, mañana, del Instrumentum Laboris. Cuanto más se descubre Chipre a través de esta peregrinación, más se comprende por qué –aún formando parte de la Comunidad Europea- esta isla comparta con Oriente Medio preocupaciones y esperanzas.

Castigada por un conflicto olvidado, la isla se encuentra dividida en dos ante la indiferencia general de la comunidad internacional. Pero la fuerza y la profunidad de los discursos del Presidente chipriota hablan claramente. En su acogida al Papa, esta mañana, el Presidente ha pronunciado estas palabras: “Ningún ser humano, ningún pueblo, ninguna comunidad es una isla. Todos necesitan de todos. Todos necesitan de la amistad, del perdón, de la ayuda del prójimo. Compartimos el mismo destino, ya vivamos juntos pacíficamente, ya muramos juntos. Ningún odio, ningún conflicto, ningún muro puede resistir el poder de la oración, del perdón, del amor paciente que dirige el diálogo. El diálogo no genera debilidad sino más bien una nueva fuerza. Se trata de una alternativa real a la violencia. No se pierde nada con el diálogo”.

Un diálogo que las Iglesias viven juntas en Chipre, como ha demostrado también la recepción en el Patriarcado ortodoxo la mañana del sábado y la acogida demostrada al Santo Padre. Se sabe que este país tiene una mayoría ortodoxa y es verdad que este viaje moviliza a menos gente de lo que estamos acostumbrados a ver en los países católicos, pero las palabras de Su Beatitud Chrysostomos II, sus gestos durante la visita del Papa y cada vez que las Iglesias ortodoxas se ponen a disposición para el culto de otras confesiones, como ayer en Pafos, todo esto demuestra y da esperanza al diálogo ecuménico, tan necesario para el Oriente Medio.

Chipre, ha recordado el Santo Padre, forma parte de la Tierra Santa. Su viaje hasta aquí hará descubrir a muchos, redescubrir a algunos, que también es parte integrante de la Custodia, para alegría nuestra.

Mab

Para seguir y comprender mejor la visita del Santo Padre podéis consultar la sección “El Papa en Chipre” de nuestro sitio web, actualizada con los videos del Franciscan Media Center, y además el sitio web de la editorial de la Custodia en Milán: www.terrasanta.net

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http://www.papalvisit.org.cy/cgibin…

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www.lpj.org