Monte Nebo, una historia de 90 años

Monte Nebo, una historia de 90 años

La comunidad franciscana del Monte Nebo (Jordania) cumple 90 años. Era el 13 de julio de 1933 cuando los primeros frailes de la Custodia de Tierra Santa se establecieron aquí, después de haber comprado el terreno a los beduinos. Los dirigía Girolamo Mihaic, “abuna Germana”. Según la tradición, en este lugar Moisés vio la Tierra Prometida – aunque no puedo entrar en ella – y murió. Desde la cumbre Siyagha del Nebo, la vista se extiende a su alrededor: “y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraín y de Manasés, y todo el territorio de Judá hasta el mar occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó (la ciudad de las palmeras) hasta Soar” (Dt 34, 1-3).

Comunidad de fiesta

El importante aniversario de la presencia franciscana fue celebrado “en familia” por la pequeña comunidad del Nebo. El Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, presidió la misa en el santuario (Memorial de Moisés). Concelebraron el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Ibrahim Faltas, fray Rashid Mistrih, discreto de Tierra Santa y guardián del convento de Ammán y algunos párrocos de Madaba. Además de los frailes de la comunidad, se hallaban presentes los religiosos y las religiosas de la Pequeña Familia de la Anunciación (dosetianos) y las consagradas del Sermig de Madaba.

Moisés y el beso de Dios

En su homilía, fray Patton citó un relato judío que habla de la muerte de Moisés, según el cual, en el momento de su muerte en el Nebo, “Dios besó a Moisés y tomó su alma con un beso de su boca”. El beso como sello de las promesas de Dios: Moisés no entró en la Tierra Prometida sino directamente en comunión con Él. “Pidamos la gracia de vivir a la luz de la Pascua el momento del encuentro personal con el Señor, que nos llama hacia sí con un beso, para introducirnos en una comunión de amor que no terminará jamás”.

Ayer...

Gracias a los arqueólogos del Studium Biblicum Franciscanum – primero Sylvester Saller y Bellarmino Bagatti, después Virgilio Corbo y luego Michele Piccirillo y Eugenio Alliata – han llegado hasta nosotros los tesoros del Nebo, especialmente los restos de la basílica del siglo IV – con un tapiz de mosaico perfectamente conservado – y los del conjunto monástico, que estuvo habitado hasta el siglo IX. La basílica actual fue construida a partir de los años 60. Las restauraciones más recientes concluyeron en 2016, y el memorial se volvió a abrir al público.

… y hoy

En la actualidad la comunidad franciscana del Nebo está formada por tres frailes: fray Bernard Thilagarajah (guardián), fray Ammar Shahin y fray Ibrahim Pio Haddad. “Nuestra misión es estar, sobre todo como presencia en el santuario – subraya fray Bernard –. Los peregrinos ven que los franciscanos están allí y a menudo se detienen para hablar, para confesarse. Estamos aquí para acoger a todo el que llega, que es la esencia de nuestro carisma franciscano”.

Nuevos desarrollos

En el área del santuario se están realizando obras de restauración de algunos edificios, para poder recibir pequeños grupos para retiros y ejercicios espirituales. La Custodia es propietaria también del Khirbat al-Mukhayyat, la otra cumbre del Nebo, conocida como “la ciudad del Nebo”, a pocos kilómetros del memorial. La propiedad incluye, entre otros, los restos de las iglesias de San Jorge y de los santos Lot y Procopio. Esta última conserva uno de los tapices en mosaico más representativos y mejor conservados de Jordania, que data del siglo VI. Entre los proyectos de la Custodia está el de hacer esta propiedad más accesible y utilizable para los peregrinos.

Marinella Bandini