Misioneros en Tierra Santa e Mártires en España | Custodia Terrae Sanctae

Misioneros en Tierra Santa e Mártires en España


Conferenza tenuta il 15 ottobre a San Salvatore

A comienzos de la Guerra Civil española (1936) tres frailes de la Provincia franciscana de Granada, que habían prestado sus servicios en Tierra Santa, fueron bárbaramente asesinados en España por el simple “delito” de ser frailes. Y, como ellos, muchos miles más a lo largo y a lo ancho del País (solamente franciscanos, 212) por el mismo “delito”. El papa Benedicto XVI, aprueba con un decreto la beatificación de 498 mártires de aquellos días aciagos. Siete son franciscanos pertenecientes a la Comunidad de Fuenteovejuna, fusilados en Azuaga (Badajoz) el 22 de septiembre de 1936 y forman parte de los nuevos beatos a partir del 28 de octubre, 2007. Presentamos una minibiografía, por orden cronológico, de cada uno de estos tres frailes durante el período de su estancia al servicio de los Santos Lugares.

P. JOSÉ AZURMENDI

El primero, P. José Azurmendi, nació el 18.VIII.1870 en Durango (Vizcaya). Llega a Tierra Santa el 3.III.1900 desembarcando en el puerto de Jafa y hospedándose en el Convento que allí tiene la Custodia. A los dos días, ya se encuentra en Jerusalén. Al poco de llegar es destinado al convento de San Juan de Ain Karem y, al año siguiente, lo encontramos prestando sus servicios en la basílica del Sto. Sepulcro. Una vez concluidos, pasa a Belén donde se convertirá en Maestro de estudiantes durante dos años y, terminados los cuales, lo encontramos sirviendo en el Santuario de Nazaret hasta finales del 1906, desempeñando el cargo de Vice-Maestro de novicios. Los tres años siguientes los pasa en Egipto (Roseta, Damieta, Ramle-Bacós) como superior-párroco, confesor y comisario de la tercera orden franciscana. De nuevo, en el 1911, lo vemos sirviendo en el Sto. Sepulcro, en Jerusalén, como “penitenziere”; es decir: como confesor de peregrinos para terminar los últimos años de su servicio en Ain Karem desde donde, después de más de trece años de servicio, vuelve a España siendo martirizado en Fuenteovejuna el día 22.IX.1936 a los 62 años de edad, 48 de profesión religiosa y 13.5 de servicio en Tierra Santa.

– El documento L.M.S.CTS (1751-1952) = Lista de Misioneros Sacerdotes al servicio de la Custodia de Tierra Santa (1721-1952) que se conserva en el Archivo Custodial de Jerusalén, dice que muere en Fuenteovejuna “in conseguenza di subito martirio”.

En la Revista “Tierra Santa”, 1937, enero, 32ss, el P. Antonio Aracil recuerda al P. Azurmendi al igual que a los otros dos compañeros PP. Francisco Carlés y Luis Echevarría, presentándolos como verdaderos mártires.

P. FRANCISCO CARLÉS

El P. Francisco Carlés, nacido en Casares (La Coruña) el 14.I.1898, se incorpora al servicio de la Custodia el 22.VI.1922 y permanece casi trece años al servicio de la misma. El 30.I.1935 lo encontramos ya de vuelta en su Colegio de Chipiona. Desde allí es enviado al poco tiempo al Convento de Fuenteovejuna donde formará parte de aquella comunidad de siete religiosos asesinados todos un año después de su llegada, el 22.IX.1936, en el cementerio de Azuaga, no lejos de Fuenteovejuna. El Necrologio de la CTS, recordando su muerte dice: “Martirium gloriose subiit a barbaris marxistis” = “ Sufrió glorioso martirio en manos de los bárbaros marxistas”.

De su permanencia en Tierra Santa conservamos copias de 21 cartas escritas al Superior Mayor (P. Custodio) por diferentes motivos. Una de ellas desde Alepo (Siria) donde ocupa el cargo de Vicario Parroquial allá por los años de 1928 y en la que manifiesta al P. Custodio que ya lleva seis años sirviendo a la CTS por lo que le corresponde ir de vacaciones a España. Efectivamente, después de haber pasado sus tres primeros años de servicio en Belén, es trasladado a Siria donde permanece hasta el año1931 ejerciendo su apostolado entre los fieles como Vicario Parroquial. De aquella carta del 1928 pidiendo vacaciones, no se fía mucho el P. Custodio sospechando que no volverá de las mismas y escribe el P. General pidiéndole que no se las conceda por el momento porque, - escribe - “conociendo como conoce bastante bien el árabe y teniendo nosotros necesidad de sus servicios, juzgamos conveniente no le sea concedido dicho permiso por el momento”. Además “se comprometió servir a la CTS durante doce años”. De todos modos, ante su insistencia, se le concede el permiso y, ya en España, con no demasiadas ganas de volver a TS, recibe una carta del Custodio pidiéndole que vuelva y, entre otras razones, le dice que “el P. Nazilián le espera con ansias: Es vuestro amigo” (El P. Nazilián, gran figura de misionero, era su Párroco en Alepo). El P. Carlés responde que tomará una última decisión en Chipiona (1.X.1928) para añadir un mes más tarde (1.XI.1928) que no vuelve…. Pero, tanto debió insistir el P. Custodio que, el 18.XII.1928, desde Marsella, en su viaje de vuelta a Tierra Santa, le contesta diciendo que “pronto desembarcará en Beirut”. Efectivamente, sigue su apostolado en Alepo hasta que, en el 1931, vuelve de nuevo a Tierra Santa, a Ain Karem, pueblecito junto a Jerusalén, donde se convertirá en Párroco durante varios años, no sin polémicas y discusiones con el P. Custodio, porque era de un carácter más bien fuerte.

Su última carta es del 15.IX.1934 y pide que aceleren la llegada de su sustituto porque a él lo están esperando ya en España… El Registro “Famiglie Religiose”, 1934, nos lo presenta en Ramle, probablemente en su camino de vuelta definitiva hacia España. Efectivamente, sale de T.S. en octubre del 1934 y, el 30.I.1935, lo encontramos ya en Chipiona con lo que se confirma una promesa del P. Custodio quien en carta del 2.VI.1934 le escribía en los siguientes términos:
“Vaya de vacaciones: pero el próximo año porque, ahora, nos faltan Padres que hablen el árabe”. No fue de vacaciones “el próximo año” (1935) sino a finales del 1934, como acabamos de ver y… estas “vacaciones” fueron definitivas ya que, dos años después, el 22.IX.1936, era vilmente asesinado por los rojos, “in odium fidei”; es decir: por el simple pecado de ser religioso. Tenía solamente 42 años y se había incorporado a la Comunidad de Fuenteovejuna solamente un año antes (mayo, 1935).

En el libro- registro “Santuarios – 14”, p. 196, se dice que “con lo que tenía se aplican sufragios” (14.XII.1936). Esta frase necesita una explicación. En dicho registro se toma nota del precio de los objetos religiosos entregados a los religiosos cuando van de vacaciones para entregar como regalos a familiares y amigos. La suma monetaria anual asignada a cada religioso para pagar estos objetos es realmente módica. Algunos, por lo que sea, no la emplean, o no del todo, en “pagar” dichos objetos religiosos. Si fallecen, se les aplican sufragios considerando la suma dejada. Esto es lo que sucede en el caso del P. Carlés: - “ Con lo que tenía, se le aplican sufragios”.

P. LUIS ECHEVARRÍA

Nació en Ceánuri (Vizcaya) el 26.VIII.1895. Se incorporó a la Misión de Tierra Santa el 11.VII.1923 y, el mismo año, ya le encontramos en el Santuario de Nazaret como “corista” = cantor, al ser buen músico y tener una excelente voz de tenor lo que hace que los Superiores Mayores le envíen muy pronto a la basílica del Sto, Sepulcro, siendo durante cuatro años el primer responsable del canto litúrgico en dicha basílica, cosa nada fácil por los complicados horarios vigentes en la misma como consecuencia de tener que adaptarse también a los de los representantes de los otros ritos orientales, principalmente de griegos y armenios ortodoxos. El día 20.VIII.1928 escribe una carta al venerable Discretorio de Tierra Santa (Consejo de Gobierno) pidiendo que le eximan de tal compromiso pues se encuentra realmente fatigado tanto más que “el servicio allí es de cuatro meses y él lleva ya cuatro años”. Los Superiores ven muy razonable esta petición y, de nuevo, le envían a Nazaret - 1928 - donde desempeñará los cargos de Vicario, “Discreto” (Consejero) y… seguirá también como ”corista” = director del canto litúrgico, al igual que lo fue en el Sto. Sepulcro. Vuelve a España el 10.X.1929 y, en enero del 1933, se incorpora a la Cdad. de Fuenteovejuna donde, entre otras cosas, funda una Biblioteca popular para la mejor educación de la juventud siguiendo con toda clase de actividades apostólicas bien ajeno a que, después de tres años, coronaría su vida religiosa con glorioso martirio a sus 41 años.

ALGUNOS DETALLES SOBRE SUS MARTIRIOS

No nos extenderemos mucho hablando de las actividades de estos tres misioneros después de su vuelta a España. Para no hacernos demasiado prolijos, nos limitaremos a narrar los últimos días de los tres en el seno de la Cdad. de Fuenteovejuna en el último año de su existencia: 1936. Formaban aquella Cdad. siete religiosos siendo Superior de la misma el P. Félix Echevarría, hermano carnal del P. Luis.

El más anciano era el P. José Azurmendi quien, solamente algunos meses antes de su martirio, se había incorporado a dicha Cdad. Efectivamente, llega a Fuenteovejuna a primeros de julio del 1936 y, el 21 de septiembre, en el patio de la cárcel de Azuaga, es vilmente asesinado por los rojos unas horas antes de los demás compañeros, sacrificados al día siguiente en el cementerio de la misma localidad. Invitado a blasfemar, se negó rotundamente. La balas asesinas acabaron con él a sus 62 años.

En mayo, 1935, el P. Carlés forma también parte de esta Cdad. Tampoco él sospecharía que, solamente un año después, derramaría su sangre por el mismo motivo: por ser fraile y por no querer blasfemar, cosa a la que, igualmente que a todos los demás, le querían obligar sus asesinos.

Es extremadamente cruel la muerte que dieron al Superior, P. Félix Echevarría. Como todos los demás, a cada blasfemia de sus asesinos, responde con un “¡Viva Cristo Rey!” Con una navaja barbera le cortaron, primero, las orejas y como insistiera dando vivas a Cristo Rey a cada blasfemia de los verdugos, éstos le cortaron también la lengua mientras que él todavía hacía ademanes de gritar “!Viva Cristo Rey!”. Finalmente lo remataron a golpes y a tiros.

Los comentarios de aquellos desalmados, después de la muerte de los frailes, eran los siguientes: -¡”Qué tíos éstos! Se dejan matar antes que blasfemar. Dicen: - “Nos matarán, pero no conseguirán que blasfememos!” Y añadían diciendo: - “!Hay que ver la disciplina que tienen estos frailes: Consienten que los maten antes que quebrantar sus creencias!”

No queremos entretenernos en comentar más detalles porque son verdaderamente escalofriantes revelando hasta donde puede llegar el sadismo humano.

Recomendamos la lectura del libro Dolor y Triunfo del P. Antonio Aracil, ofm, quien fue Procurador General en la Custodia de Tierra Santa y conoció personalmente a dichos religiosos en Tierra Santa y, vuelto también él a la recién restaurada Provincia de Granada (antes Comisaría de Chipiona) se convirtió en su primer Superior Mayor por lo que decidió también de sus destinos enviándoles a los conventos que creía más conveniente para el mejor apostolado de cada religioso. ¿Cómo iba a pensar también él que tres de sus compañeros en Tierra Santa y, después, súbditos obedientes en la Provincia iban a sellar sus vidas con la sangre del martirio? Este libro es un canto de amor, respeto y veneración por tantos religiosos (¡ son 22 mártires tan sólo en la Provincia Franciscana de Granada!) que dieron su sangre por Cristo en ese terrible año de 1936.

Muchas páginas (195-300) de su libro están dedicadas a nuestros mártires de Fuenteovejuna y son escalofriantes al igual que los demás relatos acerca del martirio de las otras víctimas. Ojalá que los que nos gobiernan actualmente sepan aprender a leer completamente todo lo ocurrido en aquellos años trágicos y no solamente una parte de ello. No ignoramos que para esto se necesita mucha valentía y ecuanimidad de criterios pero ya va siendo hora que se haga justicia a todo el mundo.

Fr. Emilio Bárcena, ofm