El sábado 14 de junio, en la Iglesia de San Salvador, el hermano Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, confirió los ministerios de lectorado y acolitado a varios frailes—seis lectores y diez acólitos—del Seminario Franciscano Internacional, con sede en el Convento de San Salvador. La celebración se desarrolló en el marco de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, ofreciendo un contexto litúrgico y teológico particularmente significativo para reflexionar sobre el sentido de estos ministerios.
En su homilía, el hermano Patton recordó el fundamento trinitario de la vida cristiana: desde el bautismo, todo creyente vive “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Esta fórmula no es solo ritual, sino que expresa la inserción en una relación de amor y comunión que caracteriza la misma vida de Dios. De esta comunión nace la vocación al servicio: el lector y el acólito no cumplen simplemente una función, sino que están llamados a participar en la obra salvadora de la Trinidad.
El Custodio subrayó que en la Trinidad ninguna persona actúa de manera aislada. Padre, Hijo y Espíritu actúan juntos en una única voluntad de amor. De manera análoga, en la Iglesia cada ministerio debe vivirse como cooperación, no como individualismo. El lector se convierte en anunciador de la Palabra que salva y suscita la fe; el acólito, sirviendo al altar, facilita el acceso al sacramento de la Eucaristía. En ambos casos, el ministerio es expresión de la comunión trinitaria que la Iglesia está llamada a encarnar.
Finalmente, el Custodio recordó las palabras de san Francisco, que invitan a dejarse purificar, iluminar e incendiar por el Espíritu para seguir a Cristo y llegar al Padre. El ministerio recibido, dijo el hermano Patton, se convierte así en una forma concreta de testimonio pascual: mediante el anuncio de la Palabra y el cuidado del altar, los frailes están llamados a hacer visible y accesible la vida divina comunicada en los sacramentos. Vivir, servir y amar en el nombre de la Trinidad es la dirección hacia la que debe tender todo bautizado. Para los ministros instituidos, también es una responsabilidad que asumir en la vida cotidiana eclesial.
Francesco Guaraldi