Marta o la plenitud de la fe | Custodia Terrae Sanctae

Marta o la plenitud de la fe

En Betania, no lejos de Jerusalén, vivían los amigos de Jesús: Marta, María y Lázaro. Cada 29 de julio, la Custodia de Tierra Santa celebra en El Azaríe (en árabe «el lugar de Lázaro») las solemnidades de estos tres santos. Primero se celebró una misa en privado, en la tumba de Lázaro, por fray Marcelo Cichinelli. Después, la liturgia franciscana ha ofrecido a los fieles una celebración eucarística en la pequeña iglesia de Betania, presidida por el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi.
En su homilía, se ha detenido en algunas palabras del texto de Juan (11) y, antes que nada, en el significado de esta singular familia, porque no se hace mención de los padres de Marta y María. Si a las dos hermanas se las suele presentar enfrentadas, «las dos ilustran, ante todo, la fraternidad a la está invitada la Iglesia», ha explicado fray Sergio, antes de profundizar en la actitud de Marta. Mientras que Jesús se acerca a Betania, esta última sale a su encuentro. «Mientras que su hermana parece encerrada en su dolor, Marta, que acaba de perder a su hermano, sale a profesar su fe. Con esta actitud demuestra haber entendido, antes incluso que los discípulos, que Jesús es el Mesías», explica fray Sergio. Nos ofrece así un hermoso ejemplo de progreso y crecimiento hacia una fe plena. Al eco del a proclamación «Yo soy la resurrección y la vida», fray Sergio ha añadido una cita: «En el Evangelio apócrifo de Felipe, se puede leer que quien afirma que el Señor primero murió y luego resucitó está equivocado». Esta teofanía da la oportunidad a Marta de comprender todo lo que pertenece a Dios, incluso la temporalidad. «Nosotros ya hemos sido salvados. En Jesús, la Vida ha entrado al mundo. Dios sigue actuando y nos pide mirar esta tierra con perspectiva celestial, y no al contrario», ha concluido; una idea que el sabio chino del siglo V antes de Cristo, Lao Tse, decía con el proverbio: «Lo que la oruga llama el fin del mundo, el resto del mundo llama "mariposa"».
Tras un abundante piscolabis ofrecido por los frailes del convento de Betania, fray Michael Sarquah y fray Eléazar Wronski, se ha vuelto a proclamar el Evangelio ante la tumba de Lázaro. La liturgia ha llevado después a los fieles hasta la Ascensión y el Pater Noster, en el monte de los Olivos. En el Pater, se ha tenido un recuerdo especial a los cristianos de Siria, Irak y Palestina, que están atravesando fuertes pruebas de muerte, como el luto de Marta y María. Que en este martes 29 de julio, que es también día de fiesta y oración para nuestros hermanos musulmanes por el Aid el Fitr, san Francisco, ejemplo de diálogo islamo-cristiano, nos confirme en la esperanza de la reconciliación y la unidad en este martirizado Oriente Medio.

E.R