Lúnes de Pascua: ¡Quédate con nosotros, Señor! | Custodia Terrae Sanctae

Lúnes de Pascua: ¡Quédate con nosotros, Señor!

Seguramente ha pasado mucho tiempo desde que el santuario de Emaús no veía tal afluencia de peregrinos. Contando con los cuatro grupos de españoles y uno de argentinos, son ya unas 550 personas las que se acomodan en la iglesia. A ellos hay que sumar, este Lúnes de Pascua, unos cuarenta franciscanos, bastantes religiosos y religiosas de otras órdenes y algunos parroquianos de Jerusalén y de los Territorios ocupados. Serán finalmente más de 800 los panes bendecidos que el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, distribuirá uno por uno, como manda la tradición, al finalizar la celebración eucarística.

El buen tiempo, la satisfacción por el hecho de que las fiestas de Pascua han acabado bien en Jerusalén, pero sobre todo la alegría de la Resurrección, han hecho de esta peregrinación anual un hermoso momento para compartir.

Los cantos de la misa han estado animados por el coro de la Custodia de Tierra Santa, acompañados por algunos coristas alemanes pertenecientes a las dos corales de música gregoriana “Exulta Sion” (la coral femenina) y “Schola Gregoriana” (la coral masculina), bajo la dirección de Christoph Hönerlage. También durante todo el Tríduo Pascual en el Santo Sepulcro se ha podido disfrutar de las voces de estas corales durante la oración.

Fray Agustín, mexicano, canta el evangelio en árabe. Y es en esta lengua en la que siempre fray Najib, libanés, hace la predicación. En su homilía, cuyo hilo conductor ha sido el de la unicidad de la Alianza, fray Najib ha insistido en el hecho de que no ha habido ruptura entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino que Jesús vino a cumplir las escrituras y es su venida la que anunciaban los profetas. Después ha hablado de la continuidad de la fracción del pan en la Eucaristía: entre las manos del sacerdote, este gesto perpetúa el mismo que Jesús realizó renovado en Emaús, después de haberlo hecho sobre todo en el Cenáculo, la tarde anterior a su última Pascua.

Una vez terminada la celebración, mientras los grupos de peregrinos españoles y algunos fieles disfrutaban del almuerzo que habían traído, numerosos peregrinos han sido acogidos en el convento para comer. Antes de recitar las vísperas, algunos frailes franciscanos acompañan al coro de la Custodia y a sus huéspedes alemanes hasta el albergue que regentan las Hermanas Salvatorianas, donde se acogen personas ancianas y discapacitadas. Otro grupo de franciscanos sin embargo, guitarra en mano, continúa con la animación mientras muchos peregrinos aprovechan la frescura de la sombra de los árboles del jardín.

Con el canto de las vísperas y el momento de adoración del Santísimo Sacramento, la peregrinación llega a su fin, aunque no del todo: una vez ya de vuelta, los fieles se cruzan por el camino con un valeroso grupo de peregrinos que ha venido a pie desde Jerusalén, bajo la guía de fray Gregor, como si quisieran retener un poco más al Señor en Emáus.

Mab