Los franciscanos celebran la Natividad de María en Santa Ana | Custodia Terrae Sanctae

Los franciscanos celebran la Natividad de María en Santa Ana

Una nutrida asamblea –compuesta principalmente por fieles de Jerusalén, locales o residentes– se dio cita en la Basílica de Santa Ana para celebrar la fiesta de la Natividad de la Virgen María.

Es tradición que esta Misa esté presidida por un Padre Franciscano, en memoria del firmán (decreto soberano del Imperio Otomano) que los Hermanos Menores alcanzaron de la Puerta para mantener el culto cristiano en la cripta de este templo, cuando la iglesia quedó transformada en escuela coránica. Construido a principios del siglo XII por los Cruzados, la extraordinaria acústica del edificio lo salvó de la destrucción que se siguió en Jerusalén cuando la ciudad fue tomada por Saladino (1192). En el siglo XV, tras pacientes intentos, los Franciscanos –como recordó en su homilía el padre Stéphane Milovitch, secretario de la Custodia– obtuvieron el citado firmán, que les autorizaba a peregrinar dos veces al año a la cripta: el 8 de diciembre (fiesta de la Inmaculada Concepción) y nueve meses más tarde, el 8 de septiembre, para celebrar el nacimiento de la Virgen. «De todas formas –proseguía el Padre Milovitch–, la iglesia no era de hecho accesible a los cristianos; así que los hermanos tenían que introducirse en la cripta deslizándose mediante cuerdas a través de un tragaluz todavía visible en el exterior por el lado de la sacristía». Es en esta cripta donde la tradición jerosolimitana localizó la casa de Simeón y Ana, los padres de la Virgen María; por eso, al comienzo de la Misa, el sacerdote bajó a incensar el recinto.

Continuando con el recuerdo de la tradición en torno a la familia de la Virgen en Jerusalén, el Padre Milovitch reflexionó acerca de la relación entre la consagración de María en el Templo, muy próximo, y su vida «consagrada al servicio de un Templo mucho más sagrado todavía que el de Jerusalén: el Cuerpo de Cristo».

La Basílica de Santa Ana fue entregada en 1856 por Turquía al gobierno francés, como reconocimiento por la ayuda prestada durante la guerra de Crimea. El lugar quedó confiado a los Padres Blancos, que aún permanecen allí, y goza de Estatuto de Extraterritorialidad. Siendo, por tanto, territorio francés, el Cónsul General de Francia –actualmente el Excmo. Sr. Alain Rémy– participa aquí en tres Misas consulares anuales: las de las fiestas marianas ya citadas y la de la fiesta nacional del 14 de julio.

Tras la celebración de la Eucaristía, los Padres Blancos, como anfitriones del lugar, ofrecieron a todos los asistentes un fraternal refresco con el que prosiguió el clima de fiesta; se respiraba ya un ambiente de vuelta al trabajo y, sobre todo, de alegría por el encuentro, tras un verano tan turbulento.

MAB