Lavina: el milagro de Pascua | Custodia Terrae Sanctae

Lavina: el milagro de Pascua

Lavina es una chica joven de Mengalore, al sur de la India, y ha vivido en sus propias carnes un auténtico milagro. Cayó del quinto piso de un palacete mientras limpiaba las ventanas. No calculó bien un movimiento y se precipitó desde una altura de cinco pisos estrellándose contra el suelo. Pero, como ella admite, mientras caía a tierra no tuvo ningún miedo, sentía que el Señor estaba junto a ella, le acompañaba en su caída. Afortunadamente cayó sobre la hierba del jardín, y allí estuvo durante más de media hora. La ventana desde la que cayó se encuentra en la parte posterior del inmueble. No se podía mover. Con grandes dolores intentó llamar por teléfono desde su móvil para pedir ayuda, pero los dos brazos rotos le impedían hacer cualquier tipo de movimiento. Finalmente han sido los vecinos los que vieron su cuerpo sobre el suelo y llamaron rápidamente a la ambulancia. Trasladada al hospital, tuvo que sufrir varias intervenciones quirúrgicas. Además de los brazos, también las piernas estaban rotas aunque, gracias a Dios, ningún órgano vital estaba dañado.

Fui a visitarla al hospital de Tel Hashomer, rodeada del afecto de sus compatriotas. Cuando llegué una amiga suya le cepillaba los cabellos como si se lo hiciera a una niña. Le dí la santa comunión. No ha hecho más que dar gracias a Dios por haberla protegido con tanta premura, por haber vuelto su mirada hacia ella y haberla salvado. Sus profundos ojos, negros y luminosos, su tupida cabellera color ceniza le dan un aspecto de fortaleza y vitalidad. Quiere vivir y seguir trabajando por su marido y los dos hijos que le esperan en la India y que dependen de ella, de su trabajo, para sobrevivir.

La comunidad india de lengua konkani ha estado muy cerca de ella, con la oración y con la ayuda concreta de una colecta realizada para satisfacer sus necesidades más esenciales. A pesar de ello, deberá permanecer inactiva una larga temporada, por eso, cada shekel (la moneda israelí) es para ella útil y necesario para vivir y seguir ayudando a su propia familia.

Le pido permiso para hacerle una fotografía. Acepta con alegría e intenta poner una pose “en que no parezca enferma”. Alarga los brazos y sobre el derecho aparece de forma inconfundible e indeleble la señal de la cruz. Pequeña gran mujer de la India, mujer de fe.

Fray Arturo Vasaturo ofm