
El monte sagrado de La Verna, donde san Francisco recibió el sello de los estigmas, fue el marco de una jornada de fiesta para la gran familia de los Hermanos Menores. En este lugar impregnado de oración y memoria, ocho hermanos emitieron su profesión temporal de los consejos evangélicos, después de haber hecho el año de noviciado y entrando oficialmente a formar parte de la Orden.
Hicieron sus votos:
La liturgia fue animada por un sentido de comunión expresado en las palabras de la homilía pronunciada por frey Francesco Ielpo, Custodio de Tierra Santa, que presidió la celebración. Frey Ielpo invitó a los hermanos y a la asamblea a redescubrir el corazón de la vida consagrada: no un proyecto construido por el hombre, sino una respuesta al don de Dios. Citando la carta a los Colosenses, reiteró que "la iniciativa es siempre de Dios", porque es Él quien reconcilia y llama, dando el Espíritu que hace posible una vida configurada a Cristo.

El Custodio recordó con fuerza que la finalidad de la profesión religiosa no es ante todo hacer, sino llegar a ser santos. La santidad, explicó, no es privilegio de quienes poseen dones extraordinarios, sino de quienes se dejan transformar por Cristo hasta poder decir con san Pablo: "ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí". Para custodiar este deseo es necesario permanecer firmes en la fe, a través del estudio, la oración y el silencio ante la Eucaristía, y ser inamovibles en la esperanza del Evangelio, vivido sin compromisos, mostrando así que "también hoy el Evangelio se puede vivir".
Frey Ielpo recordó luego la experiencia de san Francisco, subrayando que no existe culto auténtico a Dios sin un amor concreto al prójimo. La fraternidad que los hermanos han abrazado con los votos no es una idea abstracta, sino una realidad viva, hecha de rostros e historias que el mismo Dios confía. Es en esta cotidianidad, con sus límites y sus riquezas, donde cada uno está llamado a buscar y a encontrar al Señor.
La celebración concluyó en un clima de alegría compartida, que hizo tangible el mensaje de la homilía: Dios sigue llamando, la santidad es posible y el Evangelio vivido en su radicalidad sigue siendo la fuerza que renueva el mundo.
El domingo 7 de septiembre, en Montefalco (Italia), seis novicios recibieron por primera vez el hábito religioso, dando así inicio, mediante esta solemne celebración, a su periodo de Noviciado en la Orden de los Hermanos Menores.
Francesco Guaraldi
