La tradición viva de los pequeños frailes de san Antonio | Custodia Terrae Sanctae

La tradición viva de los pequeños frailes de san Antonio

Para los extranjeros, una de las sorpresas de Jerusalén es encontrarse por las calles a un niño con el hábito franciscano. ¡No, en Tierra Santa las vocaciones no nacen en una edad tan precoz y no se celebran carnavales todos los días!
Según una vieja tradición, los padres ofrecen como voto a sus hijos a san Antonio.
San Antonio de Padua, o de Lisboa para los portugueses, forma parte de la primera generación de frailes franciscanos. «Se trata, según Benedicto XVI, de uno de los santos más populares de toda la Iglesia católica y es venerado en todo el mundo. San Antonio –sigue diciendo el Santo Padre- ha contribuido de modo significativo al desarrollo de la espiritualidad franciscana con sus dones marcados por la inteligencia, el equilibrio, el celo apostólico y, principalemente, el fervor místico».

Entre sus principales atributos están el hábito franciscano, un libro, peces, lirios y el Niño Jesús. Son numerosos los padres que todos los años, el 13 de junio, deciden consagrar sus hijos a san Antonio. Según esta usanza, durante un año el niño se viste el hábito franciscano para dar gracias al santo por la protección recibida y darla a conocer a los demás. Este es el caso de las parroquias latinas animadas por la Custodia, de la que san Antonio es protector.

¿Por qué confiar un niño a san Antonio? San Antonio realizó, durante su vida y tras su muerte, muchos milagros que tenían como protagonistas a niños, como se puede leer en la Vida de San Antonio de Padua escrita por fray Jean Rigaud, su hagiógrafo en el siglo XIV. A eso se añade la aparición del Niño Jesús y de la Virgen María.
La tradición ha unido así la aparición del Niño Jesús y los milagros realizados por el santo a los niños, lo que hace que los niños se coloquen bajo la protección del santo.

La biografía habla del hecho significativo de un niño que «fue dejado imprudentemente por su madre junto a una tinaja llena de agua... Viendo su imagen, el niño quiso apresarla, pero cayó en la tinaja cabeza abajo y con los pies en alto. Siendo muy pequeño y no pudiendo ayudarse, murió en breve tiempo». La madre, en su aflicción, suplicó al santo que lo resucitara y prometió dar, en agradecimiento, todos los años una limosna a los pobres. La limosna consistía en una cantidad de grano equivalente al peso de su hijo. El santo realizó el milagro, así el «pondus pueri» (el peso del niño) se afianzó en la tradición de la Iglesia y fue asociado posteriormente a los más pobres.
En la parroquia latina de Jerusalén, la consagración de los niños a san Antonio se remonta a los años 50, más concretamente a 1958. El libro manuscrito «Los frailecillos de San Antonio, Jerusalén», registra el censo de nombres de los niños, su edad, su rito y el año de su consagración, en árabe e italiano.
Como todas las parroquias del mundo, la parroquia de San Salvador tiene devoción a san Antonio. Es más, la Custodia de Tierra Santa le tiene una devoción especial porque el santo salvó el convento de una destrucción cierta. En 1920, cuando los otomanos dejaron con prisa Jerusalén, querían haber reducido el convento a polvo utilizando la dinamita. Invocando la intercesión de san Antonio, la oración de los franciscanos fue escuchada y el convento salvado.
Así, san Antonio se convirtió en el santo protector de la Custodia el 12 de junio de ese mismo año. El patronazgo fue ratificado nueve años después por el papa Benedicto XV.

«San Antonio es uno de los santos occidentales más conocidos en Oriente. Hay muchos santos occidentales que no conocemos y por los que no tenemos una devoción particular. Pero esta tradición vino de Occidente, así como la de los “martes de San Antonio”», explica fray Firás Hiyazin, párroco de San Salvador. «En nuestra región, la relación con los niños es la que más se ha enraizado, mientras que en Europa lo es más su relación con los pobres», sigue precisando.

George Sa’ade, un parroquiano, decidió consagrar su último hijo, Hanna, a san Antonio. «Mar Antonio y Mar Yiryes (Jorge) son los santos más populares en Palestina. He consagrado mis hijos a estos dos santos. San Antonio es el santo patrono de la Custodia y nosotros somos hijos de esta parroquia. Por eso, mi mujer y yo hemos querido consagrar el pequeño a san Antonio para que Dios lo bendiga y lo proteja».

N.H.