La oración del arte. Un curso de iconos en San Salvador | Custodia Terrae Sanctae

La oración del arte. Un curso de iconos en San Salvador

Jerusalén, 1 de julio de 2011

“El icono se va escribiendo, un trazo tras otro y la imagen sagrada cobra vida. Es otra forma de rezar, una experiencia incluso espiritual”. Sor Ginetta, que vive en Belén, es una de los 14 aspirantes a iconógrafo que desde hace casi dos semanas se reúnen cada día en San Salvador para pintar su propio icono. Junto a ella hay algunas religiosas doroteas, frailes y seminaristas, un grupo heterogéneo por edad y procedencia guiado por Andrés Bergamini, un apasionado de este arte desde hace muchos años y que, junto al joven franciscano fray Alberto Pari, ha promovido este curso. Le ayudan en la gestión y atención a tantos participantes dos expertas llegadas de Italia: Martina y Lella.

Día tras día, los 14 aprendices han visto cómo crecía y tomaba forma la figura del Cristo Pantocrátor, un diseño considerado ideal para quien empieza por primera vez en la pintura de iconos porque presenta trazos muy simples, sobre todo en el rostro. Desde la preparación de las tablas hasta el calco del diseño, de la ejercitación en la técnica del pan de oro a la aplicación básica de los estratos de colores, cada uno ha podido descubrir y experimentar todos los pasos que llevan a la creación de este tipo de representación, tan antigua y que tiene a su precursor en san Lucas, recordado por la tradición como el primer iconógrafo, y su modelo en la Santa Faz de Cristo impresa en el sudario.

“El descubrimiento más hermoso ha sido darse cuenta de que, en un trabajo en el que todos utilizamos los mismos colores, los mismos trazos, creamos la misma imagen, cada uno ha puesto algo de sí mismo, su propia particularidad”. Así comenta sor Ginetta la experiencia del curso que ya está tocando a su fin pero que, considerando el éxito obtenido, probablemente se volverá a realizar próximamente. Una experiencia que ha implicado realmente de forma total a sus participantes, llamados a trabajar intensamente cada día a jornada completa. Largas sesiones de trabajo durante las cuales los participantes han compartido con sus compañeros de trabajo conocimientos relacionados con los iconos, tanto técnicos como históricos o evangélicos.

Cada mañana, inaugurando la jornada, se recita la oración del iconógrafo:

“Señor Jesucristo, Dios nuestro, Tú que eres infinito en la divinidad, en la plenitud de los tiempos has querido nacer de la santa Virgen, Madre de Dios, y revestir de esta forma nuestra naturaleza humana de un modo que supera toda comprensión.

Te has dignado a dejarte representar y has impreso los rasgos de tu santísimo rostro sobre el santo sudario.

Tú, el Dios verdadero, has difundido la luz de tu Espíritu Santo sobre tu apóstol y evangelista Lucas para que fuese capaz de reproducir la belleza de tu Madre Inmaculada llevándote, como niño, en sus brazos.

Divino Maestro del universo, ilumina el alma, el corazón y el espíritu de tu siervo; guía su mano para que pueda, por la gloria y la belleza de tu santa Iglesia, representar de modo perfecto y digno tu imagen creada, la de tu Madre Purísima y la de todos los santos.

Sálvame de toda tentación del demonio y perdona los pecados de aquellos que, venerando esta imagen, rindan homenaje al Modelo que está en los cielos.

Por la intercesión de tu santísima Madre, del bienaventurado apóstol y evangelista Lucas y de todos los santos,
Dios Santo, Santo fuerte, Santo inmortal, ten piedad de nosotros.
Amén”.



Texto de Serena Picariello
Fotos de Andres Bergamini