
Hoy, 8 de septiembre de 2025, en una solemne celebración en la Basílica de Santa Ana, se conmemoró el nacimiento de la Beata Virgen María, madre de nuestro Señor. La celebración fue presidida por frey Stéphane Milovitch, en presencia de numerosos consagrados, religiosas, frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa. Estuvo presente también el Cónsul General de Francia en Jerusalén Nicolas Kassianides.

La comunidad se reunió para llevar en sus oraciones la alegría, la esperanza, pero sobre todo los sufrimientos y las angustias de los pueblos de la tierra que viven bajo el peso de los conflictos y las injusticias. Se dirigió un pensamiento particular a la liberación de los rehenes, a las poblaciones civiles víctimas de los bombardeos y a las personas que sufren violencias. La celebración invita a no olvidar la oración por la paz y la serenidad también en Francia, en un período de fuerte desorden político y social, recordando que el mundo creado por Dios, a causa de la libertad humana, conoce también el desorden y la división.
El nacimiento de la Virgen María es visto como la aurora que anuncia la venida del Redentor. La liturgia de hoy utiliza el símbolo de la aurora, con el nacimiento de María que prefigura el surgir del Sol de justicia, Cristo Señor. Esta jornada recuerda que María, "revestida de Sol", brilla con la belleza tanto del alma como del cuerpo, su santidad y humildad son modelos para todos los creyentes. Las palabras de san Bernardo y de la liturgia de las Horas confirman su plenitud de gracia y su papel central en la historia de la salvación.

La Iglesia celebra cuatro grandes dogmas marianos distribuidos en las cuatro estaciones del año:
"Hoy, se añade una quinta solemnidad, el nacimiento de María, aurora que prefigura todos los atributos de la Virgen. La comunidad celebra lo que cree, creyendo realmente en lo que celebra, reconociendo en María a la madre que nos da no solo la salvación, sino al mismo Salvador" dijo frey Stéphane en su homilía.
La liturgia eucarística se convierte así en ocasión de acción de gracias por el misterio de nuestra salvación y por el papel insustituible que María ha desempeñado en el plan divino. Hoy la basílica se confirma como lugar de memoria, oración y esperanza para el futuro de toda la humanidad.
Francesco Guaraldi
