La hora ha llegado: Hora santa en Getsemaní en la noche del arresto de Jesús | Custodia Terrae Sanctae

La hora ha llegado: Hora santa en Getsemaní en la noche del arresto de Jesús

Basílica de la Agonía-Getsemaní, Jerusalén. 5 de abril de 2012

La jornada del Jueves Santo, llena de eventos, se enfoca a la cita de la tarde. Todo en el transcurso del día se ha encaminado a preparar este solemne momento de oración vespertina que la comunidad cristiana de Tierra Santa ha vivido, como ya es tradicional, en la Basílica de la Agonía de Getsemaní, en las laderas del Monte de los Olivos. Es un lugar de silencio, de meditación y de contemplación donde los franciscanos tienen también un yermo, junto a la basílica, para acoger a los peregrinos y a todos aquellos que deseen retirarse del mundo para pasar un tiempo en oración y en soledad. Aquí también a Jesús le gustaba venir a rezar. Aquí, tras haber celebrado la Pascua con sus discípulos, vino a pasar sus últimas horas antes de su arresto y del comienzo de su Pasión. Aquí, solo, buscó el consuelo del Padre en esos momentos de angustia profunda que precedieron a la traición de Judas y a su captura y en los que, postrado sobre la roca, sintió la agonía y sudó sangre. En este jardín, donde los olivos producían las aceitunas que una vez exprimidas darían el preciado aceite, Cristo se convirtió en aceite, medicina, perfume para la salvación del mundo. Como Adán fue creado en un jardín y en el jardín fue tentado y vencido por el diablo, así Cristo entró en un jardín y fue tirado a tierra, en el sufrimiento, por el demonio, pero salió victorioso de la tentación. La hora ha llegado: Jesús está preparado para beber la copa de la voluntad del Padre.

Es aquí, en este lugar tan significativo, donde los cristianos, recordando los dramáticos acontecimientos que aquí sucedieron, se reúnen para rezar juntos en la Hora santa, a partir de las 21.00 h del Jueves Santo. La celebración ha estado presidida por el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, en torno al cual se ha reunido la numerosa comunidad franciscana de Tierra Santa junto a muchos otros religiosos. Estaban presentes también el nuncio apostólico de Israel, S. E. Mons. Antonio Franco, y el nuncio apostólico de Jordania, S. E. Mons. Giorgio Lingua. La basílica estaba llena de fieles, incluso en el exterior de la iglesia.

La reunión ha comenzado con la adoración de la piedra de la agonía, que se encuentra a los pies del altar mayor rodeada de un pequeña reja de hierro fundido. Fray Pierbattista ha cubierto con pétalos de rosas rojas la piedra que vio a Jesús sufrir y rezar y que acogió el sudor de sangre que Él derramó sobre la roca durante aquella trágica noche. La liturgia, celebrada en muchas lenguas para subrayar la universalidad de la Iglesia, se ha dividido en tres partes, cada una de ellas compuesta por un Salmo, la lectura de los Evangelios sinópticos que narran episodios de aquella trágica noche en Getsemaní que dio inicio a la Pasión del Señor, y por una oración común. Los tres temas de los que ha hecho memoria la liturgia han sido el anuncio de la negación de Pedro, la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos y el arresto de Jesús. La música y los arreglos de los cantos y de los Salmos han sido compuestos por fray Armando Pierucci, director del Magníficat, la escuela de música de la Custodia franciscana en Jerusalén. Fray Armando ha acompañado también al órgano al coro Magníficat de la Custodia, que ha interpretado las antífonas de los Salmos y cantos bajo la dirección de Hania Soudah Sabbara. En cada una de las tres secciones litúrgicas, una vez recitado el Salmo y proclamado el texto del Evangelio en tres lenguas distintas, los fieles se han arrodillado para rezar unidos solemnemente e impetrar la firmeza de la fe, para asociarse a Dios en el sufrimiento y en la gloria y para ser liberados de las insidias del demonio y poder servir así a Dios en la libertad del amor.

En la última parte de la vigilia, el custodio ha incensado la piedra de la agonía, acompañado por el canto del Salmo 21 (22), que habla de los sufrimientos y esperanzas del justo. En la Ciudad Santa, además de la piedra de Getsemaní, hay y se veneran otras dos piedras: la del Calvario, donde Jesús murió sobre la cruz, y la del Monte Moria, donde Isaac fue atado para ser sacrificado al Señor. Del mismo modo que Isaac, también Jesús, en la noche del arresto, fue atado y conducido ante el Sumo Sacerdote, con las manos atadas, como cordero sacrificial sin mancha.

Tras la oración universal, la recitación del padrenuestro y la bendición final, los frailes franciscanos han homenajeado la piedra de la agonía inclinándose para besarla al son del {Himno a la Cruz}, que ha puesto punto final a la reunión. El gesto ha sido después repetido por la mayor parte de los fieles, cada uno de los cuales ha querido acercarse a la piedra, tocarla, besarla, permanecer en oración junto a ella y recoger alguno de los pétalos de rosa depositados por el custodio. Al finalizar la Hora santa, desde Getsemaní, un grupo de jóvenes de la parroquia de Jerusalén se ha acercado en procesión hasta la iglesia de San Pedro in Gallicantu, que se encuentra en el lado oriental del Monte Sión, para continuar con la oración en común.

Estamos ya en el Triduo sagrado. Tras las celebraciones en el Calvario del Viernes Santo y una vez pasado el Sábado, los creyentes empezarán a proclamar la resurrección del Señor. La semilla de grano ha caído en tierra y pronto empezará a dar el fruto de la resurrección: Jesús, de hecho, no rechazó morir para hacernos partícipes de su vida inmortal (san Ignacio de Antioquía).


Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de Stefano Dal Pozzolo