La Dedicación del Santo Sepulcro | Custodia Terrae Sanctae

La Dedicación del Santo Sepulcro

Como todo 15 de julio, sacerdotes, religiosos y peregrinos se han unido a los franciscanos para celebrar la dedicación del Santo Sepulcro. En el frescor del lugar y en una atmósfera de recogimiento el custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa ha celebrado la misa solemne –delante y dentro del edículo- en presencia del guardián del Santo Sepulcro, fray Noel Muscat.

Todos los años desde 1149, toda la diócesis de Jerusalén conmemora el aniversario de la inauguración de la basílica. Esta celebración se remonta a la época de los cruzados, cuando estos aspergieron el altar y bendijeron el edificio que acababan de construir. Es un momento histórico que con frecuencia es objeto de polémicas y que ha dejado heridas profundas, pero esta solemnidad no es una homenaje a la gloria de los cruzados. Al contrario, es un tiempo fuerte que asocia a todos los cristianos en este lugar que se ha convertido, gracias a Cristo, en el centro del mundo y fuente de la vida.

«No celebramos nuestra victoria sobre los demás, celebramos nuestro deseo, como Iglesia de Occidente, de formar parte de la historia de esta tierra y de este lugar», ha explicado en su homilía el custodio. Además ha recordado la vocación universal de esta ciudad, subrayando que es «una casa de oración para todos los pueblos» (Is 56,7). «Nosotros celebramos en esta basílica, en este lugar único, difícil pero apasionante, en esta copropiedad religiosa compleja, el deseo común de contemplar la tumba vacía de Cristo», ha afirmado recordando que «es todo es todos» (Col 3,11) y «no pertenece a nadie».

N.H.