La Cruz nos devuelve la dignidad de hijos de Dios | Custodia Terrae Sanctae

La Cruz nos devuelve la dignidad de hijos de Dios

Martes, 7 de mayo. Los franciscanos de la Custodia se han celebrado en el Santo Sepulcro la fiesta de la Invención de la Santa Cruz. Mientras los vendedores del zoco abrían las puertas de sus negocios en la ciudad vieja, la basílica ya acogía a numerosos peregrinos. La mayoría de ellos eran peregrinos eslavos que habían venido para celebrar la octava pascual en Jerusalén. De hecho, el sábado pasado las Iglesias ortodoxas han festejado la más simbólica de sus celebraciones pascuales: el fuego sagrado. La Pascua ortodoxa se ha celebrado este año con cinco semanas de diferencia respecto a las Iglesias católica y protestante; ello ha sido debido al cálculo distinto que se hace de la fecha de tal festividad. Habiendo encontrado el Santo Sepulcro una relativa calma, la celebración de la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, la celebración de la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, celebrada por los frailes de la Custodia en la cripta de santa Elena, lugar donde fue encontrada la cruz, se ha desarrollado en un gran recogimiento.

La fecha de la fiesta de la Invención de la Cruz se eligió porque fue en el lejano 7 de mayo del año 351 cuando «una cruz luminosa gigantesca apareció en el cielo, sobre el santo Gólgota, extendiéndose hasta el monte de los Olivos» (carta de san Cirilo de Jerusalén al emperador Constancio, 351), como lo atestigua un fresco en la capilla armenia. En la Iglesia católica de rito romano, esta fiesta se conmemora solo en Jerusalén.

Como la cripta de santa Elena no es lo suficientemente grande como para acoger a la pequeña asamblea de fieles locales y peregrinos de paso que han querido unirse a la celebración, muchas personas han tenido que colocarse en las escaleras y en la capilla armenia de la Santa Cruz.

No todos pudieron escuchar la bella homilía del custodio, que presidió la celebración; una homilía en la que fray Pierbattista Pizzaballa renovó la visión no solo de la Cruz sino también de la obediencia. Recordando que la Iglesia celebra este año el 1.700 aniversario del Edicto de Constantino, o Edicto de Milán, que, autorizando el culto cristiano en el Imperio romano abrió el camino a la construcción de la basílica de la Resurrección, el custodio quiso meditar sobre la Carta a los Filipenses (Flp 2,5-11). Jesús es presentado como el nuevo Adán; pero mientras que Adán perdió la condición de hijo de Dios a causa del pecado, Jesús la restauró para nosotros a través de su obediencia. Una obediencia que hace libre, que libera del deseo de poder que genera violencia e injusticia. Esa obediencia, signo de fidelidad y fe, prueba del amor incondicional de Dios, introduce a quien la imita en una nueva relación con el Padre y abre la puerta a un nueva dinámica vital.

La festividad, que comenzó la vigilia con las primeras vísperas de la fiesta durante la procesión cotidiana, reunió a los frailes durante el oficio de lecturas de medianoche, concluyendo con los tres giros en procesión en torno a la Tumba vacía del Señor. El custodio portó la reliquia de la santa Cruz, que los fieles han podido venerar.