“La Cruz no se puede comprender, es algo de lo que hay que enamorarse”. Solemnidad de la Inventio Crucis | Custodia Terrae Sanctae

“La Cruz no se puede comprender, es algo de lo que hay que enamorarse”. Solemnidad de la Inventio Crucis

Jerusalén, 7 de mayo de 2011

“La Cruz no es sólo un acontecimiento, es el estilo de nuestra vida y, sobre todo, de nuestra vida aquí, en esta tierra. Es nuestra forma de vivir, de amar, de dar vida, de obedecer, de ser pobres; es el secreto de nuestra paz, es nuestro perdón, es nuestra libertad y nuestra alegría. Si esto falta entonces se cae en la esclavitud que es la esclavitud de obedecernos a nosotros mismos”.

¿Qué nos dice hoy a nosotros la solemnidad de la Inventio Crucis? En palabras del padre Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, es el reclamo para volver a encontrar la cruz, dejar que, de esta forma, Cristo reine en la vida de cada uno.

El hallazgo de la Cruz, que se conmemora cada 7 de mayo en Jerusalén, se atribuye tradicionalmente a santa Elena. En la primera mitad del siglo IV, la madre del emperador Constantino llegó como peregrina a los Santos Lugares. No lejos del Calvario se dice que encontró tres cruces y pidió un signo al Señor para reconocer la que había llevado a Cristo. Junto a una de ellas, el milagro de un muerto resucitado a la vida fue la respuesta que Elena buscaba.

Hoy, muchos siglos después, esta tierra sigue conmemorando el hallazgo de aquella Cruz que se perdió y que fue necesario buscar y encontrar.





Viernes por la tarde: procesión solemne y Vísperas

El lugar del hallazgo de la Cruz se encuentra en el punto más bajo de la antigua gruta de piedra sobre la que surge hoy la Basílica del Santo Sepulcro. Se accede a ella descendiendo por unas escaleras empinadas, desde la Capilla dedicada a santa Elena: un pequeño altar y, a su derecha, una cancela indica el punto del hallazgo.

En esta tierra, donde es tan importante el “aquí” pues cada piedra está revestida de memoria, el lugar que la tradición indica como aquel en el que se encontró la Cruz de Cristo se convierte en el centro de estos dos días de celebraciones. Por eso, en la cripta, la procesión del viernes por la tarde -después de la entrada solemne del Custodia y seguida por los tres giros alrededor del Edículo de la Tumba vacía- se para para celebrar las vísperas solemnes.

Se destacan, en la procesión de esta vigilia, los versos del “Vexilla Regis”, el himno que se entona en el Calvario, el lugar de la crucifixión. Sólo con motivo de la “Inventio” cambian algunas palabras dirigidas a la Santa Cruz, “electa digno stipite, tam sancta membra tangere”, elegida para llevar un cuerpo tan santo.





Sábado por la mañana: Misa solemne presidida por el padre Custodio

Poco antes de las 9:30 horas de este sábado solemne, el lugar de la Inventio Crucis ha acogido la llegada de los frailes de la Custodia y de los celebrantes, con paramentos litúrgicos de color rojo. Llegan hasta la cripta avanzando en medio de fieles y peregrinos que llenan los escalones de piedra. Las miradas se fijan en la reliquia de la Cruz que, más tarde, cuando termine la celebración que él mismo preside, el Custodio llevará en el triple giro en procesión alrededor del lugar de la Anástasis para ofrecerla después a los presentes que quieran besarla devotamente.

El padre Pizzaballa ha reclamado en su homilía el valor simbólico de esta fiesta, la cruz como “estilo de vida”, la cruz que “abre todo al misterio del hombre, sin dejar nada fuera” y que es encontrada para que cada uno se encuentre a sí mismo, incluso desde el punto de vista histórico; a aquel milagro que permitió descubrir la Vera Cruz y que nos dice que “donde la muerte fue vencida no puede sino crecer la vida”; y a aquella mujer, que llegó muchos siglos después a los Santos Lugares y a la que la tradición concede el don del hallazgo.

“Cada acontecimiento ligado a la Salvación tiene algo afín al corazón de la mujer o, de forma general, tiene algo relacionado con el corazón. La puerta por la que se entra es la del amor, de la pasión, de la audacia de seguir no la pista de los cálculos, de los razonamientos sino de la compasión, del sentimiento. La Cruz no se puede comprender, es algo de lo que hay que enamorarse, asombrarse, algo por lo que conmoverse, por lo que dejarse atraer, algo a contemplar”.


Texto de Serena Picariello
Fotos de Marco Gavasso





Por la noche: celebración de la vigilia

En plena noche, los frailes de San Salvador se han acercado hasta la Basílica de la Resurrección acompañando al Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, para celebrar la vigilia pontifical. En la Capilla de la Aparición esperaban otros religiosos y fieles. Desde aquí se ha formado la procesión con la reliquia de la Santa Cruz que se ha dirigido hasta el lugar del hallazgo al canto del “Vexilla regis”.

Los distintos “Oremus” de esta liturgia muestran la composición espiritual y poética de las grandes solemnidades. “No permitas que el mal invada toda la tierra, porque todo el peso de la naturaleza humana se le ha dado a Cristo, tu Hijo, como heredad que ha recogido con su humanidad en el seno de la Virgen. Concédenos vivir en Él para que seamos, cada uno de nosotros, miembros suyos. Haz que te sirvamos con temor, Dios Padre nuestro, y que obtengamos la recompensa de las bienaventuranzas”.

Durante el oficio se ha leído el relato del hallazgo de la santa Cruz por obra de santa Elena, sacado de la Historia de la Iglesia de san Rufino. Como en otras importantes celebraciones de vigilias, ha sido el mismo padre Custodio quien ha presidido la liturgia y ha leído el santo Evangelio.

Mientras se cantaba el “Te Deum”, el celebrante ha inciensado el punto del hallazgo, marcado por una simple lápida colocada sobre la roca más baja de la gruta de piedra que alberga la capilla.


Texto de Riccardo Ceriani