Juntos para celebrar a santa Clara | Custodia Terrae Sanctae

Juntos para celebrar a santa Clara

El martes 11 de agosto, acompañadas por sus hermanos franciscanos, las clarisas de Jerusalén han celebrado a santa Clara. Mons. Shomali, obispo auxiliar de Jerusalén, ha representado al patriarca latino, que se encontraba en Amán. Estaba también presente el arzobispo melquita Mons. Jules-Joseph Zerey, así como numerosos amigos de la comunidad llegados para compartir la alegría de las religiosas.

Clara entregó todo en una vida cotidiana contemplativa, fraterna y totalmente entregada. Su ejemplo sigue inspirando a sus religiosas, pero también a los franciscanos, porque los dos santos fundaron al mismo tiempo las dos órdenes. La homilía ha recordado cómo la santa dejó a su familia, su ambiente de origen y toda forma de comodidad por una vida de pobreza y desprendimiento, por amor a Cristo y a todos los que sufren. Mons. Shomali también ha dado las gracias a las religiosas por su vida anclada en la fe. En un contexto en el que el fundamentalismo religioso causa tanto daño, la oración de las religiosas se alza tanto por las víctimas como por los criminales.

Durante la vigilia, la madre Chiara Cristiana, la superiora, dio la bienvenida a los frailes que acudieron al rezo de las primeras Vísperas, presididas por fray Stéphane Milovitch, y para el oficio de Lecturas, presidido por fray Diego Della Gassa. Se escuchó la lectura del tránsito, es decir de la muerte de santa Clara y se pudo besar una de sus reliquias.
La pequeña asamblea se encontraba frente al altar; en otra parte, tras la grada que se abrió para la oración, estaban las religiosas. Sus voces claras y melodiosas se elevaron en acción de gracias. Te Deum a la africana, cantos italianos dedicados a la «Madonna de la pobreza» -fundadora de las «damas pobres»-, el padrenuestro en árabe y cantos en francés. La internacionalidad de la comunidad de Jerusalén se tocaba con la mano.

El convento se fundó en 1888 por religiosas francesas; después, se convirtió en internacional y, de las diez religiosas que forman la comunidad, cinco son italianas, tres son ruandesas y dos francesas. Una italiana ha emitido los primeros votos y se ha unido a la comunidad. La presencia en la misa de la vicecónsul de Francia, la Sra. Minh-di-Tang, ha recordado el vínculo con el país fundador.

Al finalizar la misa, todos se han acercado hasta el locutorio para saludar a las monjas: abrazos, deseos de «¡Feliz fiesta!» y palabras especiales para la ocasión. Después se ha servido un refresco en una sala cercana a la capilla.

Hélène Morlet