Hemos conocido la tumba de fray Michele Piccirillo | Custodia Terrae Sanctae

Hemos conocido la tumba de fray Michele Piccirillo

2 Noviembre 2008

“Allí murió Moisés, siervo del Señor, en el país de Moab, como había dispuesto el Señor. Le enterró en el Valle, en el País de Moab, frente a Bet Peor. Nadie hasta hoy ha conocido su tumba.” (Dt 34,5-6)
Sábado, 1 de noviembre. En la fiesta de todos los santos, hemos conocido el lugar de la tumba de fray Michele Piccirillo.
No queríamos, al menos no así tan rápidamente. Sin embargo, verlo, inhumarlo allí, en la solemnidad del Monte Nebo nos ha reconfortado un poco. Como ocurrió con fray Girolamo Mihaic (Abuna Germana, + 1960), en los comienzos del renacimiento del Memorial de Moisés en 1935 y sepultado también él en el patio del convento, enterrar a fray Michele en el Monte Nebo es como reunirle con su gran amor.
Sería simplificar mucho reducir la obra de fray Michele a los trabajos realizados en esta colina de Jordania, pero este lugar lo simboliza bien, ya sea por lo que se refiere a su trabajo, ya por lo que atañe a su persona.

Allí él vivía su amor por la Tierra Santa, tantas veces recorrida, pero también contemplada; allí, la pasión por la investigación arqueológica hecha realidad tanto allí como en otros muchos lugares; allí, la fascinación por las Sagradas Escrituras, lo que desvelan y lo que esconden; allí, el amor por el arte, por todas las artes, de todos los tiempos; allí, el amor por los hombres, entre los que el primer lugar lo ocupaba su familia, sus hermanos franciscanos a los que tan bien acogía (y ponía a trabajar); allí, el amor de sus equipos de trabajadores, así como de todos los voluntarios que venían a ayudarlo , y los alumnos de las escuelas de mosaicos (las de Madaba y la de Jericó). Allí, el amor por el Señor que celebró en la liturgia de esta capilla única y cuyos trabajos en curso tanto le fascinaban, hasta el punto que se suspendieron esperando su vuelta.

Amaba. Era y sigue siendo amado. Prueba de ello son las múltiples llamadas telefónicas y pésames que llegan de todas partes al Studium Biblicum de la Flagelación, a la Custodia, a la Delegación de Roma.
Pruebas últimas de ello, las iglesias llenas en Italia, tanto en la capilla ardiente como en los funerales en la basílica de San Antonio, y en este día en Jordania, en la parroquia de Sweifieh. Desde el trabajador hasta el ministro, hasta el rey de Jordania, ha reunido en torno a sí a todos aquellos con los que tuvo trato. Una relación que con él podía ser a veces un poco ruda, como ha escrito uno de sus amigos, Franco Cardini: “Era un hombre caritativo, pero odiaba el compromiso y amaba la verdad: no era raro, por tanto, verle en actitud polémica con quien buscaba alterarla”. No era raro, puesto que estaba dotado de una “personalidad impetuosa e indomable”, como ha expresado el Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, en Roma, que tuviera algún que otro roce con sus amigos o sus hermanos de la Custodia.

Sus hermanos de la Custodia han venido en gran número, provenientes de toda la Tierra Santa, pero también de Jordania, del Líbano, de Siria, demostrando así su afecto, su respeto y su admiración. Son muchos los que le han cedido el primer puesto. Algunos, como fray Eugenio Alliata y fray Carmelo Pappalardo en el Monte Nebo, o como fray Stefano De Luca en Magdala, continuarán su obra científica de igual forma que él continuó la de sus antecesores : fray Sylvester Saller (+1975), fray Bellarmino Bagatti (+ 1990) y fray Virgilio Corbo (+1991). Sin olvidar los actuales trabajos de fray Stanislao Loffreda y de fray Giovanni Loche, también ellos arqueólogos de la Custodia.
En la frontera de Beit Shean hay un grupo de unas cuarenta personas, la mayoría de ellas franciscanos, que hace acto de presencia. Han llegado justo a la hora de apertura, pero se debe todavía esperar, debido a un fallo en el ordenador. La espera se prolonga y pone en peligro la asistencia a la eucaristía. Después de dos horas de espera se sabe que se llegará a la mitad de la misa. Un grupo renuncia y da marcha atrás, con el pésame en el corazón. Veinticuatro personas se quedan. De control en control, y de un lado a otro, emplearán aún otras dos horas, a pesar de las intervenciones ante los ministerios israelí y jordano, y a pesar de las llamadas al Palacio real. Los náufragos de Beit Shean resisten, quieren estar presentes al menos en la inhumación en el Monte Nebo, a dos horas de coche de allí. En línea recta, la distancia que separa Jerusalén del Monte Nebo es de 47 kilómetros. Se emplearán ocho horas para llegar de un sitio al otro.

En Ammán, para la misa, se les esperó en la medida de lo posible mientras se atendía a las personalidades, entre las que estaban el Ministro de Cultura, el representante en Madaba del Ministerio de Arqueología y Antigüedades jordano, el representante del príncipe Hassan, un representante del Waqf y los embajadores de España e Italia. Presidió la celebración S. B. Mons. Fouad Twal, acompañado por el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, el vicario custodial, fray Artemio Vítores, sacerdotes franciscanos venidos desde Jordania y Siria, y un numeroso grupo de sacerdotes del Patriarcado entre los que, tras 40 años de servicio en Tierra Santa y Jordania, fray Michele se había hecho muchos amigos. Igualmente, todas las Iglesias orientales estaban presentes con uno ó más de sus miembros. La misa se ha celebrado en árabe, y ha sido la misa de la fiesta de Todos los Santos, aunque los cantos se han adaptado acordes a una misa fúnebre.

La iglesia estaba llena, y la devoción era la misma tanto por parte de los cristianos como de los musulmanes. Después de la celebración, el cortejo fúnebre ha tomado el camino de Madaba y del Monte Nebo, andando lo más lentamente posible, siempre en espera del autobús proveniente de Beit Shean. Con más de una hora de retraso sobre el horario previsto, cuando finalmente ha llegado el autobús, desde la puerta de la propiedad se ha podido, por fin, llevar a fray Michele a su última morada.
El sepelio se ha realizado en privado, con pena pero también con esperanza, aquella esperanza que fray Michele había visto en Moisés, cuando escribía sobre él: “[Ha sido] enterrado teniendo en los ojos grabada la visión de esperanza que había contemplado en lo alto de la montaña”. Fray Michele reposa, además, en la tierra del Monte Nebo, junto a fray Girolamo Mihaic, sobre cuya tumba siempre ponía flores, a pesar del calor que con frecuencia castigaba el lugar.

Antes, ha recorrido una última vez las calles del santuario, portado a hombros de sus amigos. Un momento especialmente conmovedor. Por última vez, ha hecho una breve pausa a los pies de la inmensa cruz que domina el lugar y el valle. Allí el Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, ha bendecido por primera vez el féretro. Ha entrado en el convento una última vez. Estaba rodeado de todos, y no sólo en sentido literal. Los habitantes de las aldeas vecinas, los trabajadores con los que tanto trabajó se apretaban en torno a su ataúd ya para mostrarle su afecto, ya porque eran incapaces de separarse de él. Por un largo espacio de tiempo, ni su familia, su hermana y sus hermanos presentes, ni su familia franciscana han podido acercarse. Michele era suyo, su maestro, su hermano, su Abuna.

Hacer entrar el cuerpo de fray Michele Piccirillo en Jordania no ha sido fácil. Ha sido la primera vez que un extranjero, muerto en tierra extranjera, ha sido enterrado en Jordania. Los ministerios implicados no conocían el procedimiento a seguir, ni siquiera sabían que esto pudiera ser posible. Ha sido necesaria la intervención del Palacio real y del Rey en persona para solventar los obstáculos administrativos.
A la salida del convento, el Custodio, el vicario custodial, la familia de Michele y el alcalde de la aldea esperaban a los participantes para recibir las condolencias. A pesar de la hora tan avanzada, la gente abandonaba el lugar con cuentagotas.

Su familia y sus hermanos franciscanos también se han quedado. Se intercambiaban recuerdos, difíciles de expresar antes las cámaras o los micrófonos. Había ojos llenos de lágrimas, voces temblorosas por la emoción. “Era un volcán siempre en erupción”. “Necesitaremos diez años para llevar a término todo lo que tenía entre manos: las excavaciones, los trabajos, los proyectos, los artículos, los libros”. “Es una inmensa pérdida para la Custodia”. “No se trata sólo de una pérdida para la Custodia, se trata de una pérdida para la visibilidad, el conocimiento y el reconocimiento de la Tierra Santa. ¡Tal es la forma en que ha contribuido, de tantas maneras, a darla a conocer y amar!”. “Tenemos que seguir adelante –declaraba el Custodio-. Se abre un nuevo período para la Custodia. Debemos testimoniar el amor que el padre Piccirillo tenía a la Tierra Santa. Debemos mantener viva su obra y continuarla, con el mismo espíritu, con el mismo entusiasmo, con la misma pasión, aunque se tenga que hacer con un estilo nuevo, pues el padre Piccirillo era insustituible”. Los náufragos de Beit Shean celebraron la misa en la capilla del convento. La santa misa de la fiesta, la fiesta de Todos los Santos, todos aquellos que hoy están ante Dios. Mientras, la tumba de Picirillo era visitada sin descanso, en silencio. Desde allí se podía ver, con el caer del sol, las colinas pintarse de colores, un paisaje de belleza embriagadora.

Moisés murió “en la boca de YHWH” dice literalmente el texto hebreo. Moisés, muerto “por orden de Dios”, traducen unos; y en un “beso de Dios” interpreta el Talmud.
En un beso, Dios ha ordenado a Michele Piccirillo volver a casa. Con el salmista queremos decir: “Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son limpios, dan luz a los ojos” (salmo 19).

MAB

"Desde la montaña desde la que Moisés miró con esperanza el futuro, también yo intento mirar hacia adelante viendo a tantos jóvenes dispuestos a vivir en paz en un mundo que no puede más con tanto odio y tanta guerra."
fray Michele Piccirillo, franciscano