Guiados por la palabra, sostenidos por la oración y el ayuno, comprometidos con la caridad

Guiados por la palabra, sostenidos por la oración y el ayuno, comprometidos con la caridad

El rito de la imposición de la ceniza en Jerusalén

Como en toda la Iglesia, también en Tierra Santa ha empezado la Cuaresma y nos preparamos para vivir este tiempo de gracia que precede a la Pascua. El 22 de febrero, Miércoles de Ceniza, franciscanos, peregrinos y cristianos locales se reunieron en torno a la tumba vacía de Cristo en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén para celebrar el comienzo de la Cuaresma, periodo de ayuno, penitencia y oración.

La celebración de las 6:30, presidida por fray Stéphane Milovitch, presidente del Santo Sepulcro, incluyó el rito litúrgico de la imposición de la “ceniza” bendita, obtenida de las ramas de olivo del Domingo de Ramos del año pasado, para recordar la caducidad de la vida terrenal y para animar a los fieles al compromiso penitencial de la Cuaresma.

«El Señor nos ofrece cuarenta días para convertirnos – dijo en su homilía don Paolo Pessina, sacerdote de la diócesis de Novara al servicio de la Custodia –. Este es el tiempo necesario para que se produzca en nosotros un cambio, una conversión. Hacer renuncias es fácil, pero cambiar el corazón no. Somos gente corriente y necesitamos un periodo largo. La Cuaresma es una lucha y, como Jesús, somos empujados al desierto para luchar esta batalla, contra nosotros mismos, contra nuestras malas inclinaciones y contra las enfermedades del Espíritu. Y al final de este recorrido, podremos ver el fruto durante el tiempo de Pascua, completamente renovados para celebrar la Resurrección del Hijo de Dios».

«El Miércoles de Ceniza es como la obertura de una sinfonía – subrayó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en su meditación online con la que se inicia el proyecto PodLectio, Meditaciones desde Tierra Santa –. Contiene todos los elementos esenciales para encaminarse hacia la Pascua y recorrer los 40 días de Cuaresma con alegría y compromiso, sabiendo que nuestra meta final es la participación en la renovación universal que Jesús realiza con su resurrección».

«Estamos invitados a recorrer estos cuarenta días guiados por la palabra de Dios, sostenidos por la oración y el ayuno, y comprometidos con la caridad – continuó el Custodio –. Pero las palabras de Jesús en el evangelio de hoy, tomadas del sermón de la montaña, nos recuerdan que estas dimensiones penitenciales típicas de la Cuaresma, limosna, oración y ayuno, deben ser vividas sin ostentación alguna, es más, deben vivirse en secreto, porque solo entonces puede surgir la gratuidad del amor que debe animar estos gestos».

En Tierra Santa, la Cuaresma estará marcada semanalmente por las peregrinaciones cuaresmales de los franciscanos – la primera de este año será al santuario del Dominus Flevit el 8 de marzo –, y con la celebración de la misa en los lugares donde ocurrieron los momentos de la Pasión de Jesús: esta tradición, que se remonta a los primeros siglos de la era cristiana, cuenta siempre con una gran participación de peregrinos y fieles.

Silvia Giuliano