Fiesta del Bautismo de Jesús en el río Jordán | Custodia Terrae Sanctae

Fiesta del Bautismo de Jesús en el río Jordán

Jericó, 13 de enero

El domingo 13 de enero se ha celebrado, en el mismo lugar donde fue bautizado Jesucristo, la peregrinación organizada por la comunidad franciscana de Jerusalén. A orillas del río Jordán, la celebración que recuerda el Bautismo de Jesús pone punto final al tiempo de la Navidad. En el sitio, reabierto desde el 2011, la Custodia ha vuelto a oficiar la celebración en el lugar en el que la antigua tradición litúrgica sitúa el Bautismo de Jesús.

Centenares de peregrinos y fieles, procedentes de las distintas parroquias de la Tierra Santa, han participado en la procesión que ha salido de la iglesia de los ortodoxos para llegar a la orilla del río. En la ceremonia, presidida por el custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, y concelebrada por numerosos frailes y sacerdotes, estaban presentes también las autoridades consulares de los países europeos.
Tras la oración recitada en la orilla del Jordán y la bendición del agua se ha celebrado la misa cantada, animada por los coros de Jerusalén y Jericó.

Fray Firas Hiyazin, párroco de Jerusalén, en su homilía ha reclamado la atención de presentes sobre la importancia del significado de revivir nuestro bautismo, más aún en el Año de la Fe, invitando a los presentes a sumergirse, como Jesús, en la humanidad para convertirnos en criaturas nuevas. Durante la misa se ha celebrado la renovación de las promesas bautismales, de la propia fe en Él y en su santa Iglesia. Además, a la ceremonia se le ha añadido la alegría por el bautismo de cuatro recién nacidos de las parroquias locales; un privilegio muy especial el de recibir este sacramento fundamental en las mismas aguas del río Jordán.

Al finalizar la misa la peregrinación ha proseguido con la visita al monasterio greco-ortodoxo construido en el monte de la Cuarentena. El nombre, que se remonta a la Edad Media, está unido al recuerdo de los cuarenta días que transcurrió Jesús en el desierto antes del inicio de su vida pública. Este monasterio, encajonado en la roca, fue edificado a finales del s. XIX por los monjes ortodoxos en torno a las grutas en las que vivieron los anacoretas del desierto que habitaron el lugar desde el siglo V.

Después de haber alcanzado la cima tras haber recorrido el camino escalonado que conduce al monasterio, el grupo de fieles y frailes franciscanos se ha detenido a la entrada del edificio para leer el pasaje evangélico que recuerda las tentaciones de Jesús. Acogidos por los monjes ortodoxos, los presentes han podido visitar el monasterio y la iglesia, gozando de la estupenda vista que se puede disfrutar desde este lugar tan sugerente.
Si las fiestas de la Navidad y la Epifanía suponen, sobre todo, abrir el corazón al misterio de Dios hecho hombre que viene a quedarse con nosotros, la fiesta del Bautismo de Jesús nos introduce en la cotidianidad de una relación personal con Él que, mediante la inmersión en las aguas del Jordán, ha querido unirse a nosotros.
El Bautismo es el puente que ha construido entre nosotros y Él, el signo que nos indica el camino a recorrer, de forma gozosa y concreta, para encontrarle y sentirnos amados por Él.