La fraternidad del convento de San Fortunato en Montefalco, actual casa de aspirantado y postulantado de la Custodia de Tierra Santa, ha celebrado solemnemente a su patrón este primero de junio. Pero san Fortunato no es sólo el titular de la iglesia del convento sino que también es el patrón principal de la ciudad de Montefalco y por eso las celebraciones no se han limitado a la casa franciscana sino que se han desarrollado por toda la provincia.
La tarde anterior, el 31 de mayo, se ha celebrado una procesión con la reliquia del santo, portada por el guardián del convento, fray Raffaello Tonello, y con la imagen de san Fortunato a lo largo de las calles de la pequeña ciudad umbra, con tres paradas significativas frente al palacio del ayuntamiento, ante el convento de las hermanas clarisas y ante los campos de cultivo para la tradicional bendición del trabajo de los agricultores, devotos de este santo sacerdote que en vida trabajó en estos mismos campos hace ya más de 1600 años.
La procesión ha llegado hasta la iglesia parroquial de san Bartolomé, donde se ha celebrado el sagrado tránsito de san Fortunato (es decir, se ha evocado el momento de su paso de este mundo a la casa del Padre celeste) y de allí se ha dirigido al convento franciscano, donde descansan los restos mortales del santo patrono, adornado con motivos festivos para la ocasión por fray Agustín Pelayo Fregoso.
Durante la mañana del 1 de junio, día de la fiesta, se han celebrado tres misas en la iglesia franciscana la última de las cuales, a las 11:00 horas, ha estado presidida por S. E. Rvma. Mons. Renato Broccardo, Arzobispo de Spoleto que, en su homilía, ha aportado algunos datos de la biografía de este santo sacerdote que vivió humildemente del trabajo de sus manos, en el lejano siglo IV, para subrayar la actualidad del ejemplo de su vida.
A las celebraciones religiosas ha seguido un almuerzo festivo en el refectorio del antiguo convento franciscano que ha contado también con la presencia, junto al obispo y al clero local, del alcalde y de otras autoridades civiles del municipio de Montefalco.
Para el grupo de jóvenes aspirantes franciscanos, llegados pocos días antes desde el Líbano, Siria y los Estados Unidos y todavía no al completo, ha sido la primera ocasión de servir en una liturgia solemne, en vista de todas las que les esperan, si Dios quiere, en los santuarios de la Redención de Tierra Santa.
La tarde anterior, el 31 de mayo, se ha celebrado una procesión con la reliquia del santo, portada por el guardián del convento, fray Raffaello Tonello, y con la imagen de san Fortunato a lo largo de las calles de la pequeña ciudad umbra, con tres paradas significativas frente al palacio del ayuntamiento, ante el convento de las hermanas clarisas y ante los campos de cultivo para la tradicional bendición del trabajo de los agricultores, devotos de este santo sacerdote que en vida trabajó en estos mismos campos hace ya más de 1600 años.
La procesión ha llegado hasta la iglesia parroquial de san Bartolomé, donde se ha celebrado el sagrado tránsito de san Fortunato (es decir, se ha evocado el momento de su paso de este mundo a la casa del Padre celeste) y de allí se ha dirigido al convento franciscano, donde descansan los restos mortales del santo patrono, adornado con motivos festivos para la ocasión por fray Agustín Pelayo Fregoso.
Durante la mañana del 1 de junio, día de la fiesta, se han celebrado tres misas en la iglesia franciscana la última de las cuales, a las 11:00 horas, ha estado presidida por S. E. Rvma. Mons. Renato Broccardo, Arzobispo de Spoleto que, en su homilía, ha aportado algunos datos de la biografía de este santo sacerdote que vivió humildemente del trabajo de sus manos, en el lejano siglo IV, para subrayar la actualidad del ejemplo de su vida.
A las celebraciones religiosas ha seguido un almuerzo festivo en el refectorio del antiguo convento franciscano que ha contado también con la presencia, junto al obispo y al clero local, del alcalde y de otras autoridades civiles del municipio de Montefalco.
Para el grupo de jóvenes aspirantes franciscanos, llegados pocos días antes desde el Líbano, Siria y los Estados Unidos y todavía no al completo, ha sido la primera ocasión de servir en una liturgia solemne, en vista de todas las que les esperan, si Dios quiere, en los santuarios de la Redención de Tierra Santa.