Fiesta de la Transfiguración sobre el Monte Tabor | Custodia Terrae Sanctae

Fiesta de la Transfiguración sobre el Monte Tabor

Es el primer año que Simone, habitante de Jerusalén, se acerca hasta el Monte Tabor para celebrar la fiesta de la Transfiguración. Está contento aunque “haga calor”… Y es verdad que hace mucho calor en la cima del Monte santo. En el valle mucho más, aquí al menos, a 588 metros de altura sobre el nivel del mar, se puede sentir un poco de viento. Un viento que, sin embargo, no atraviesa las puertas de la basílica donde están presentes numerosos fieles provenientes de Galilea y Jerusalén.

Presidida por el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, acompañado por el guardián del lugar, fray Wojciech Boloz y por el fraile guardián de Nazaret, fray Ricardo María Bustos, además de una treintenta de sacerdotes, la celebración se ha desarrollado en una atmósfera de recogimiento.

Los ojos se elevan hacia el cielo para mirar en dirección al altar, los fieles no se dejan distraer por el calor. Yo, sin embargo, sí… me pregunto si Jesús les gastó a sus discípulos la inocentada de hacerles escalar el Tabor en pleno verano… Los evangelios son parcos en detalles cuando se refieren a este episodio. Eusebio de Cesarea piensa que la Transfiguración tuvo lugar cuarenta días antes de la Pasión, es decir, en el mes de febrero. La fiesta sin embargo se celebra el 6 de agosto porque éste es el día de la dedicación de la primera iglesia bizantina. La tradición ortodoxa cuenta que esta fecha no es fortuita pues, del 6 de agosto al 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se cuentan cuarenta días. La relación entre el monte Tabor y el Gólgota, de esta forma, queda preservada.

Por segundo año consecutivo, la fraternidad del Tabor ha ofrecido la posibilidad de prolongar la celebración con la antigua procesión que conduce a la asamblea desde la basílica hasta la capilla llamada del “Descentibus” donde se conmemora el episodio evangélico: “Mientras descendían (descentibus) del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos” (Mc 9,9). Se encuentra a la entrada de la propiedad franciscana, en un lugar llamado Bab el-Hawa, la puerta del viento, reconstruida en 1923, junto a las ruinas de un oratorio bizantino, como indica el cartel colocado a la entrada. [1]
El grupo de fieles se reunió de nuevo más tarde ante un rico buffet preparado por la Comunidad Mundo X, para compartir y retomar fuerzas. De esta forma… ¡la fiesta era completa!

Mab

[1] Neminis dixerit visionem donec Filius Hominis a mortuis resurgat. Vetus testaur opinion magistrum praecepisse apostolis hic in viciniies ad cuius memoriam prisci christinani exstruxere sagellum inivria temporum dilapsum integrum restitutum A.D. MCMXXIII
No digáis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. Una antigua tradición cuenta que el Maestro advirtió a sus discípulos en los alrededores de este lugar. En memoria de ello, los primeros cristianos erigieron un santuario que, castigado por el tiempo, se convirtió en ruinas. Fue restaurado en el año del Señor de 1923.