Fiesta de la Santa Cruz : «Hacer brillar la luz de Pascua» | Custodia Terrae Sanctae

Fiesta de la Santa Cruz : «Hacer brillar la luz de Pascua»

El martes 6 y el miércoles 7 de mayo se han celebrado en el Santo Sepulcro las vísperas, la vigilia, la misa y la procesión en devoción a la santa Cruz. En la capilla rupestre que tiene dicho nombre –capilla de la Invención de la Santa Cruz- el custodio de Tierra Santa, rodeado de sus frailes y numerosos fieles, ha recordado el sentido de tal descubrimiento. La palabra «invención» viene, de hecho, del latín invenire para comprender el sentido de descubrimiento de algo que existe y no es de nueva creación.

Según los testimonios históricos, fue santa Elena, madre de Constantino, quien descubrió la cruz de Jesús durante una peregrinación a Tierra Santa, en el 326. La importancia de este acontecimiento dio origen a esta fiesta. Más tarde, por orden del emperador Constantino, se decretó una celebración anual, que lleva el nombre de «Exaltación de la cruz», celebrada todavía hoy el 14 de septiembre. La segunda fiesta ha seguido en Europa, eclipsando esta solemnidad de la «Invención de la Santa Cruz». Sin embargo, en Tierra Santa, en el lugar del descubrimiento, esta fiesta se mantiene muy viva. «También en el período otomano, durante el cual el Santo Sepulcro fue cerrado, las puertas se abrían excepcionalmente para esta festividad de la santa cruz (en el siglo XV)», explica fray Stèphane. En recuerdo de esta solemne apertura, la tarde del martes, la puerta de la basílica se abrió para los franciscanos.

Mientras algunos peregrinos intentan reconstruir la historia de esta cruz, confrontando las numerosas reliquias dispersas por el mundo, el custodio de Tierra Santa ha llamado la atención, durante la homilía del miércoles por la mañana, sobre el sentido de tal búsqueda, invitando a contemplar el ejemplo de tenacidad y fe de santa Elena. Frente a una numerosa y silenciosa asamblea, sentada en los escalones que bajan hasta la capilla, ha explicado: «Esta celebración nos repite que el misterio de Dios se busca y se encuentra permanentemente. El discípulo de Cristo es aquel que acepta entrar en esta dinámica de búsqueda, de descubrimiento, de pérdida; de pérdida de sí y de volver a empezar».

«De hecho, el verbo “buscar” se usa frecuentemente en la Biblia –ha añadido- y hace referencia a un doble movimiento: el del hombre que busca a Dios, pero también el de Dios que no deja de llamar al hombre. Además, el hombre todavía seguiría escondido en el jardín del Edén, si Dios mismo no hubiese interpelado a Adán, preguntándole: “¿Dónde estás?”». Así, es cristiano quien acepta que el misterio de Dios no se reduce solo al hombre, sino que va más allá de nuestra propia medida, comprensión y límites.

En otro momento, el custodio se ha preguntado por el significado que hoy asume esta búsqueda de la cruz, poniendo en guardia contra el peligro de reducir «la espiritualidad cristiana a una vida de sacrificio». Si durante el Viernes Santo la cruz de Cristo es la de las lágrimas, desde entonces se celebra a la luz de la resurrección. Los frailes después han cantado, varias veces durante la misa: Crucem sanctam subiit, qui infernum confregit : accinctus est potentia, es decir: «Se sometió a la cruz santa, destruyó el infierno: se ha revestido de fuerza».

«La cruz ofrece una lectura y un significado nuevos, invitándonos a hacer de la Pascua el elemento decisivo de nuestra historia y de la historia universal», ha concluido el custodio, invitando una vez más a los fieles a dejarse encontrar y atraer por el Señor.
E.R