Fe, arte y jabón

Fe, arte y jabón

En las manos de fray Balu, las gubias (cinceles para tallar y modelar) tallan rápidamente los trozos de jabón de Marsella. De los cubos emergen formas humanas, animales y pequeñas arquitecturas. “Cuando llegué a Tierra Santa hace tres años, para estudiar Teología – nos cuenta – empecé a tallar la madera de olivo, disponible en grandes cantidades. Pero era demasiado dura y mis herramientas no eran adecuadas. Un día, en la lavandería del convento, vi unas pastillas de jabón para la colada, que ya nadie usaba. Pedí un par de ellas, y empecé a experimentar”.

Arte y vocación

Fray Balu, de 29 años, pertenece a la provincia de Santo Tomás, apóstol de los frailes menores (India).  Desde niño desarrolló interés por el arte pero – dice – “descubrí verdaderamente este don cuando entré en la orden, hace casi diez años”. Desde entonces el arte es como una segunda vocación. Es mi manera de expresarme, de comprender cuál es mi lugar en el mundo y de intentar dar algo a los demás”. Muchas veces, fray Balu trabaja por la noche, porque de día está ocupado con los estudios. “Somos yo, la materia y Dios. Lo que sucede entre nosotros yo lo llamo arte. Es como una oración: están ahí toda la mente, el corazón, las manos y el Señor”.  El verano pasado, fray Balu asistió a un curso intensivo en la Escuela de Arte Sacro de Florencia: “el Custodio vio en mí un don que había que desarrollar y me dio esta oportunidad”.

“Beyond the human perception”

Desde el 2 de octubre y durante todo el mes, en la curia del convento de San Salvador, sede de la Custodia de Tierra Santa, se expondrán las esculturas de jabón de fray Balu (junto con otras obras), en la muestra “Beyond the human perception” (Más allá de la percepción humana). El título pretende recordar el acto creador de Dios, que piensa y llama a la existencia a todas las cosas: “hay un nivel superior que debemos captar en lo que percibimos con nuestros sentidos: la mirada del Creador”. La obra central de la exposición – que incluye pinturas y esculturas realizadas con diversos materiales – es una escultura que pretende evocar la Nueva Jerusalén. Una auténtica ciudad, construida pieza a pieza con jabón y montada sobre un panel de 100x80 centímetros. Una obra creada sin planificación: “Aquella noche me puse a trabajar. Empecé a hacer una cosa y al final salió otra. A medida que avanzaba, me fui dando cuenta de algunas conexiones con las Escrituras, en particular, con el libro del Apocalipsis”.

La ciudad de jabón

La obra – que desde arriba tiene forma de cruz – presenta una muralla con cuatro puertas (símbolo de los evangelistas) y tres estructuras principales en el centro: una torre (María, la “torre de David”), que contiene el Arca de la Alianza. Delante hay dos cúpulas que representan el Antiguo y el Nuevo Testamento, o la antigua y la nueva alianza. En el centro de la maqueta, una estructura cúbica representa a Jesús. Esta pieza arquitectónica mide 40 centímetros de alto. “El número 40 en el judaísmo está asociado a los significados de agua, pueblo, lengua y nación; representa el mar de la Torá, el océano del Talmud, la sabiduría”.  Se apoyasobre 12 columnas (los apóstoles), y a ella se solo se puede acceder a través de la torre (María) y un “camino angosto” (el de Juan Bautista). Desde esta edificación central se accede a una torre alta, de base triangular. Es el símbolo de la Trinidad. Aun hay muchas más referencias bíblicas. Algunas, más escondidas, pueden descubrirse de cerca gracias a lentes de aumento. “Creo – concluye fray Balu – que ya estamos viviendo en la Nueva Jerusalén, fundada por el mismo Jesús, la Iglesia católica”.

Marinella Bandini