Exaltación de la Santa Cruz: de la madera de la muerte a la fuente de la vida

Cada 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, memoria antigua y solemne que nos lleva al corazón de la fe cristiana. No se trata de una simple veneración de un objeto, sino de la contemplación del misterio que encierra, la cruz, instrumento de suplicio y humillación, se ha convertido por voluntad de Dios en el signo supremo del amor y de la salvación. Es la paradoja de la fe cristiana, de la muerte nace la vida, de la derrota la victoria, de la vergüenza la gloria.

Los orígenes de la celebración

Esta fiesta tiene sus raíces en Jerusalén, en el Santo Sepulcro, donde santa Elena, madre del emperador Constantino, encontró la Vera Cruz. Desde entonces, generaciones de peregrinos se han detenido ante aquella madera bendita para adorar a Aquel que fue elevado en ella por amor.
También este año, domingo 14 de septiembre, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa se reunieron en el Calvario para celebrar esta importante solemnidad.

La homilía en el Calvario

En la homilía pronunciada en el Monte Calvario, frey Ulise Zarza, Vicario del Custodio de Tierra Santa, recordó cómo esta celebración nos invita a dirigir la mirada al Crucificado, "tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito" (Jn 3,16). La cruz, explicó, es al mismo tiempo trono y altar, lugar de dolor y de gloria.

La cruz, trono y gloria de Cristo

El frey Zarza subrayó que la cruz no tiene valor en sí misma, sino en el misterio que revela, Cristo fue elevado no solo como signo de sufrimiento, sino como manifestación de su glorificación. Recordando a los Padres de la Iglesia, recordó cómo san Juan Crisóstomo definía la cruz como "el trono real en el que Cristo venció a la muerte".

El camino de la humildad y la obediencia

En el centro de la meditación está el camino de Cristo, que pasando por la humillación y la obediencia hasta la muerte de cruz, fue exaltado por el Padre. Esta "kenosis", despojo radical, es el camino que conduce a la exaltación. Y es el mismo camino que los cristianos están llamados a recorrer, humildad, obediencia, servicio y amor gratuito.

Fijar la mirada en el Crucifijo

El frey Ulise invitó a los fieles a fijar la mirada en el Crucificado, porque solo así podemos ser sanados y transformados, "quien mira con fe a Cristo crucificado, nos exhorta Orígenes, es sanado de las mordeduras del pecado". La cruz se convierte así en nuestra fuerza en las pruebas, la luz en las tinieblas, la esperanza en el sufrimiento.

La homilía concluyó con una invitación a la alabanza, a Cristo crucificado y exaltado, vencedor de la muerte y nuestra esperanza, sea honor y gloria por los siglos.

Francesco Guaraldi

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