¡Es Pascua en Jerusalén! Vigilia del Sábado Santo en el Sepulcro | Custodia Terrae Sanctae

¡Es Pascua en Jerusalén! Vigilia del Sábado Santo en el Sepulcro

Jerusalén, 23 de abril de 2011

La Vigilia de Pascua, en el Santo Sepulcro, comienza al alba del Sábado Santo. Antes de las diez horas ya se ha celebrado la Resurrección del Señor. Ahora es tiempo de felicitaciones, saludos y sonrisas.

En Jerusalén, los cristianos esta mañana se levantan pronto. Los peregrinos son numerosos, llegados desde países lejanos y llenan las calles de la Ciudad Vieja antes incluso de que salga el sol porque las calles que llevan a la Basílica hoy están bloqueadas por numerosos puestos de control que intentan garantizar la seguridad. Tras la vigilia de los latinos también los griegos ortodoxos celebrarán sus propios ritos - la ceremonia del “Fuego Santo”- y el Sepulcro es, para todos, la meta a la que llegar.

La “madre de todas las vigilias” se celebra en el lugar de la Anástasis. El anuncio de la Resurrección se produce frente al edículo en cuyo interior se encuentra la tumba, sobre aquella piedra que acogió el cuerpo de Jesús, en aquel sepulcro que se encontró vacío en la mañana de la Pascua. “¡No tengáis miedo! Sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho”.

El órgano suena, también las campanas y el pueblo canta. Puede parecer extraño celebrar en las primeras horas de la mañana una vigilia que en el resto del mundo se reserva para las horas vespertinas del Sábado Santo y que termina en la noche que lleva al domingo. Las exigencias de este lugar así lo reclaman. Ritos y horarios se ordenan con rigor y el sábado por la mañana ya se celebra la Pascua.

Preside la Vigilia el Patriarca, S. B. Mons. Fwad Twal. También esta mañana, como de costumbre, son los frailes de la Custodia de Tierra Santa, que se dirigen en procesión desde San Salvador al Patriarcado latino y de aquí al Sepulcro, quienes le acompañan al lugar sagrado y lo introducen en la Basílica. Los peregrinos les siguen. Algunos consiguen entrar con ellos pero la mayoría, desgraciadamente, se queda fuera. La celebración empieza en la misma puerta, cuando Mons. Twal bendice el “fuego nuevo”. Es la llama viva de la gloria de Dios que Él ha comunicado a los hombres por medio de su Hijo. Las luces de las velas, en las manos de los celebrantes y de los fieles, tintinean en la penumbra del Sepulcro mientras el Patriarca llega hasta el altar para encender el cirio pascual. “La luz de Cristo que ha resucitado glorioso ilumine todas las cosas”.

La Vigilia continúa con la larga liturgia de la Palabra en la que se meditan las maravillas que el Señor ha realizado para su pueblo desde los seis primeros días de la creación y, en el evangelio proclamado ante la puerta del Edículo, se asiste a la lectura del relato de la resurrección según Mateo. “No está aquí. Ha resucitado, como había dicho”.

Es ya Pascua en Jerusalén.


Texto de Serena Picariello
Fotos de Marie Armelle Beaulieu