El miércoles 1 de julio, la solemnidad litúrgica de la Preciosísima Sangre ha convocado a los franciscanos de Jerusalén en Getsemaní. El custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, ha presidido la misa solemne en presencia del vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, y el guardián del convento, fray Benito José Choque.
Getsemaní es, entre los lugares mencionados en el Evangelio, uno de los que más emoción suscita. La suntuosa basílica, recubierta de mosaicos, aloja la roca del jardín de la Agonía sobre la que cayeron las gotas de sudor de Cristo. Este episodio de la Pasión viene recogido en el Evangelio de Lucas: «Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre» (Lc 22, 39-46).
Las solemnidades del «Cuerpo y la Sangre de Cristo» fueron unificadas tras el concilio Vaticano II, pero en Jerusalén se viene celebrando todavía la solemnidad de la Preciosísima Sangre en el mismo lugar del evento.
En su homilía, el padre custodio ha explicado cómo la sangre representa tanto la vida, como el sacrificio. En el Antiguo Testamento los hombres ofrecían sacrificios a Dios, mientras que en el Nuevo Testamento es Dios quien realiza el sacrificio último por el hombre. La sangre –ha concluido- no es ya la de la justicia sino la de la misericordia de Dios, un signo de su amor.
Este año la fiesta de la Preciosísima Sangre señala también la apertura del congreso del Discretorio. El Consejo de Administración de la Custodia, el Discretorio, se reúne todos los meses durante el año, pero al comienzo del verano se celebra un congreso de una semana de duración. Esta será la ocasión para los frailes del Discretorio –llamados «discretos»- de reunirse con todas las comisiones y servicios de la Custodia. Cada responsable presentará un informe sobre sus actividades. A la luz de estos informes, el Discretorio tomará después sus decisiones: reforzar una comisión, cambiar su organigrama, apoyar tal empresa o proyecto, etc. En las semanas que siguen al congreso se irán publicando los eventuales cambios en las fraternidades.
Que nuestra oración acompañe al Discretorio en su semana de trabajo.
N.H.
Getsemaní es, entre los lugares mencionados en el Evangelio, uno de los que más emoción suscita. La suntuosa basílica, recubierta de mosaicos, aloja la roca del jardín de la Agonía sobre la que cayeron las gotas de sudor de Cristo. Este episodio de la Pasión viene recogido en el Evangelio de Lucas: «Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre» (Lc 22, 39-46).
Las solemnidades del «Cuerpo y la Sangre de Cristo» fueron unificadas tras el concilio Vaticano II, pero en Jerusalén se viene celebrando todavía la solemnidad de la Preciosísima Sangre en el mismo lugar del evento.
En su homilía, el padre custodio ha explicado cómo la sangre representa tanto la vida, como el sacrificio. En el Antiguo Testamento los hombres ofrecían sacrificios a Dios, mientras que en el Nuevo Testamento es Dios quien realiza el sacrificio último por el hombre. La sangre –ha concluido- no es ya la de la justicia sino la de la misericordia de Dios, un signo de su amor.
Este año la fiesta de la Preciosísima Sangre señala también la apertura del congreso del Discretorio. El Consejo de Administración de la Custodia, el Discretorio, se reúne todos los meses durante el año, pero al comienzo del verano se celebra un congreso de una semana de duración. Esta será la ocasión para los frailes del Discretorio –llamados «discretos»- de reunirse con todas las comisiones y servicios de la Custodia. Cada responsable presentará un informe sobre sus actividades. A la luz de estos informes, el Discretorio tomará después sus decisiones: reforzar una comisión, cambiar su organigrama, apoyar tal empresa o proyecto, etc. En las semanas que siguen al congreso se irán publicando los eventuales cambios en las fraternidades.
Que nuestra oración acompañe al Discretorio en su semana de trabajo.
N.H.