
Con motivo de la Fiesta de la Transfiguración del Señor, se celebró la eucaristía en la Basílica Franciscana del Monte Tabor, presidida por frey Francesco Ielpo, Custodio de Tierra Santa. El lugar se encuentra donde, según la tradición, tiene lugar el episodio evangélico en el que Jesús se manifiesta en gloria ante tres de sus discípulos.
El Monte Tabor está situado en la región de Galilea y se distingue por su posición aislada en la llanura de Esdrelón. Según el relato de los evangelios sinópticos, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan "a un monte alto" y allí se transfiguró ante ellos, mostrándose con el rostro resplandeciente y las vestiduras blancas. Con él aparecieron Moisés y Elías, figuras simbólicas de la Ley y los Profetas.

En la homilía, frey Ielpo recordó que el Evangelio sitúa este episodio seis días después del anuncio de la pasión de Jesús. "El Evangelio que acabamos de escuchar se abre con una nota temporal significativa: 'Seis días después'", dijo. "Seis días después del anuncio de la Pasión, un momento desconcertante para los discípulos, Jesús los toma consigo y los lleva aparte, a un monte alto".
La experiencia de la Transfiguración no elimina la dificultad del camino, pero ofrece una visión más amplia. "Es como si el Señor, conociendo el cansancio del camino, les ofreciera un momento de luz. Un anticipo del Paraíso".
Dirigiéndose a los presentes, el Custodio subrayó el significado particular que este episodio tiene para quienes viven en Tierra Santa: "Me gusta pensar, hoy, en nosotros cristianos de Tierra Santa como en aquellos discípulos privilegiados. Porque se nos da, por gracia, estar físicamente en este monte, caminar por estos lugares santos, donde la Palabra se hizo carne". Para el custodio, no se trata solo de un don, sino también de un llamado a ser testigos en un contexto muchas veces marcado por el sufrimiento.

En el centro del relato evangélico está la voz del Padre que indica a Jesús como el Hijo al que hay que escuchar. "Escuchar a Jesús. No solo oírlo, sino acogerlo, seguirlo, confiar en su Palabra", dijo frey Ielpo. Esta escucha se vuelve fundamental para afrontar incluso los momentos difíciles. "Quien escucha el Evangelio y lo pone en práctica experimenta ya desde ahora la transfiguración: una transformación interior que nos hace capaces de vivir también el dolor de un modo nuevo, iluminado por la esperanza".
La liturgia concluyó con una invitación a llevar consigo lo vivido en el monte. "También nosotros en este monte dejémonos transfigurar por la luz del Evangelio", dijo el custodio. "Y cuando bajemos, como los discípulos, recordemos que la gloria no nos aleja de la cruz, sino que nos da fuerza para llevarla".
"Que la luz de la Transfiguración nos acompañe en los días oscuros. Que la voz del Padre nos guíe en el camino. Y que la esperanza de la Resurrección nos sostenga siempre".
Francesco Guaraldi
