En Belén, entrada solemne de Adviento

En Belén, entrada solemne de Adviento

A pesar de las dificultades debidas al conflicto que se prolonga en Tierra Santa desde hace casi dos meses, en Belén tuvo lugar la tradicional entrada solemne del Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, con la que da comienzo el periodo de Adviento.

Las celebraciones empezaron la mañana del 2 de diciembre, cuando en la sala del diwan del convento de San Salvador de Jerusalén fray Patton recibió a la representación de la parroquia latina y su párroco fray Amjad Sabbara, intercambiando los tradicionales saludos con el muktar, la persona elegida como representante de la comunidad.  «La entrada en Belén – afirmó fray Patton – hoy adquiere una particular importancia: cruzaremos un muro que separa las dos realidades, como una especie de peregrinación, pero queriendo subrayar que Jerusalén y Belén deben permanecer unidas. Y expresar nuestra particular cercanía a los cristianos de Belén, afectados sobre todo en su trabajo por la falta de peregrinos».

De camino a Belén el Custodio de Tierra Santa hizo una parada en el monasterio greco-ortodoxo de Mar Elías: aquí, por primera vez, la comunidad cristiana de Beit Jala no estaba presente para recibirlo, en señal de protesta y solidaridad con la población palestina. El cortejo continuó luego su viaje hasta la basílica de la Natividad, atravesando el puesto de control de la Tumba de Raquel, que se abre cada año para esta ocasión.

La procesión sin música a lo largo de la Vía de la Estrella

De acuerdo con lo establecido por los patriarcas y líderes de las Iglesias de Jerusalén (que en su comunicado del 10 de noviembre manifestaron “estar cerca de quienes se están enfrentando a estos sufrimientos renunciando a todas las actividades y signos festivos innecesarios”), este año se quiso mantener la sobriedad: en el largo camino a pie por la tradicional Vía de la Estrella, el Custodio de Tierra Santa no estuvo acompañado por música y gaitas, sino únicamente precedido por los scout locales de Belén.

Sin embargo, en la Plaza del Pesebre una entusiasta multitud de niños de las escuelas de Tierra Santa reservó al Custodio y al vicario fray Ibrahim Faltas un momento festivo realmente alegre. Las autoridades locales – el alcalde, el gobernador, el jefe de policía y el jefe militar – recibieron al cortejo y acompañaron al Custodio hasta la entrada de la basílica, donde le esperaban los representantes de las otras iglesias cristianas (greco-ortodoxos y armenios). En el umbral de la iglesia de Santa Catalina, lo recibió el guardián del convento franciscano de Belén, fray Enrique Segovia. Tras ponerse la casulla y la estola, fray Francesco Patton veneró la reliquia de la sagrada cuna del Niño Jesús, donada a la Custodia por el papa Francisco en 2019.

Con la celebración de las primeras vísperas del domingo se entró oficialmente en el tiempo de Adviento. A continuación, siguió la procesión a la Gruta de la Natividad, corazón del misterio cristiano, el lugar donde Dios se hizo hombre. Aquí, junto al pesebre, el Custodio encendió la primera vela de la corona de Adviento.

La misa solemne del primer domingo de Adviento

El domingo 3 de diciembre el Custodio de Tierra Santa presidió la misa solemne del primer domingo de Adviento en la iglesia de Santa Catalina repleta de fieles locales.

«El tiempo de Adviento, y este año especialmente, se caracteriza por tres aspectos – señaló fray Francesco Patton – sobriedad, esperanza y vigilancia». En su homilía (aquí el texto completo) explicó estos tres elementos clave del Adviento en relación con el conflicto en curso: «todo nos llama a la sobriedad en este tiempo: sobriedad en la comida, pero también sobriedad en las luces y los adornos con vistas a la Navidad, como pidieron y sugirieron los jefes de las Iglesias en solidaridad con todos los que están sufriendo a causa de la guerra en Palestina, Gaza e Israel, pero también en muchas otras partes del mundo».

Pedimos el don de la esperanza

«La actitud de esperanza, además, es la actitud más importante y debemos también pedirla como un don de Dios: no necesitamos esperanza cuando todo va bien, sino cuando nos parece que nuestra situación no tiene futuro, sobre todo hoy que estamos en medio de una guerra, con tantos peligros e incertidumbres…. Necesitamos esperanza porque la realidad en que nos encontramos nos hace temer por el futuro de nuestra comunidad y de nuestras familias. Con su Palabra, Dios nos ayuda a mantener encendida la llama de la esperanza a pesar de la difícil situación en que nos encontramos».

Al terminar la celebración, el Custodio dirigió un caluroso saludo a todos los fieles y a las autoridades civiles y religiosas presentes en la celebración.

Silvia Giuliano