Los cristianos de Siria se preparan para celebrar una Navidad, por un lado “sin cambios”, y por otro totalmente “distinta” desde que, el pasado 8 de diciembre, los combatientes (como los llaman aquí), derrocaron el régimen de Assad.
“En todas las iglesias del país nos preparamos para celebrar la Navidad: hemos montado el belén y el árbol de Navidad y haremos un triduo de preparación con los fieles, especialmente mediante el sacramento de la penitencia”, explica monseñor Hanna Jallouf, franciscano de la Custodia de Tierra Santa y actualmente vicario apostólico latino de Alepo.
“Los nuevos gobernantes nos han invitado a celebrar nuestras liturgias como siempre. Al mismo tiempo, hace falta delicadeza en los festejos: muchas personas entre nosotros y a nuestro alrededor están de luto, después de años en los que se ha derramado tanta sangre”.
La misa de Nochebuena se adelanta a las 18:00 debido al toque de queda. El día de Navidad monseñor Jallouf celebrará una misa solemne que se retrasmitirá por televisión en el canal “Syria”, antes anti régimen y hoy canal del gobierno.
El vicario de Alepo confía en el futuro. Una confianza que, en parte, procede de su conocimiento directo de Abu Mohammad al-Joulani, hoy líder de la revuelta anti Assad y “cara nueva” de Siria, en el pasado líder de los yihadistas de Nuṣra, que dominaron la región de Idlib durante la guerra civil y que a lo largo de los años han ido cambiando de nombre y de rostro.
Precisamente en la religión de Idlib monseñor Jallouf vivió todos los años de la guerra civil, conociendo la peor cara de la yihad islámica. “Antes de 2018 éramos perseguidos, se nos consideraba de décima categoría, sin derechos humanos. Se llevaron todos nuestros bienes, casas, tierras”.
Entonces algo cambió: “Desde 2018, cuando empezaron a pensar en crear un Estado, todo cambió: cambiaron la actitud hacia nosotros los cristianos, nos devolvieron todo, hicieron lo que habían prometido. Por eso digo que son leales. Si siguen por este camino, hay esperanza”.
Monseñor Jallouf no oculta las dificultades: entre los combatientes “hay varios grupos extremistas. Los nuevos gobernantes tendrán la tarea, por un lado, de promover la libertad y, por otro, de luchar contra el fundamentalismo y el extremismo de estos grupos”.
También los cristianos están llamados a contribuir a que la nueva Siria sea verdaderamente el lugar de libertad, igualdad y convivencia que sueñan. Uno de los puntos clave es el de la plena ciudadanía: “¡No somos una minoría!”, afirma con fuerza monseñor Jallouf. “Tenemos raíces en esta tierra, somos parte integrante de esta tierra y de este pueblo. No acepto que se hable de los cristianos como ‘minoría’: somos parte activa de la sociedad e iguales a todos los demás”.
No todos los obispos comparten la misma visión confiada, pero todos juntos se han reunido dos veces con los nuevos gobernantes. “En Alepo, quise hacerlo en nuestro convento de San Francisco – dice monseñor Jallouf – para enviar el mensaje de que el espíritu de San Francisco vive todavía en sus hermanos”.
Entre los cristianos, como en el resto de la población, conviven el temor y la esperanza. “Un cambio de este tipo en 48 horas no es fácil. La gente se ha acostumbrado durante cincuenta años a vivir y pensar de una manera determinada y ahora está desorientada, tiene muchas dudas y miedos”.
Pero hay señales que infunden esperanza: “Tan pronto anunciaron el fin del servicio militar obligatorio, muchos jóvenes que ahora están refugiados en el extranjero empezaron a preparar las maletas para regresar a Siria. Esto es algo muy bueno, incluso para nosotros los cristianos”.
“Tenemos alrededor de 40 familias, desplazadas internamente en Siria, que han regresado a la región de Idlib y han recuperado sus terrenos y sus hogares. Si las cosas continúan de esta forma, es posible que también habrá mucha gente que vuelva del extranjero”.
Nacido en 1952, monseñor Jallouf vivió los años de su primera juventud en una Siria recién independizada y atravesada por fuertes turbulencias políticas. Conoció el régimen de los Assad, y luego 12 años de guerra civil.
“Ahora sueño con una Siria libre, democrática, en paz, segura y acogedora, donde esté garantizada la igualdad de todas las personas. Veo Siria como un mosaico: dentro están todas las teselas para formar el mosaico, pero si quitas ciertos colores, la imagen queda destrozada. Mi sueño es un mosaico completo de Siria”.
Marinella Bandini