El Santísimo Sacramento: «Un único pan para reconciliarnos» | Custodia Terrae Sanctae

El Santísimo Sacramento: «Un único pan para reconciliarnos»

Siguiendo el camino del Tiempo Pascual, la Iglesia celebra la gran fiesta de la Eucaristía, en la que Cristo se entrega como alimento para la felicidad de sus hermanos. Desde el siglo XIII, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi) se celebra el jueves siguiente al domingo de la Trinidad. En Jerusalén, es el patriarca latino quien preside la solemnidad, que se celebra durante dos días

El miércoles 18 de junio, S.B. Mons. Fuad Twal, rodeado de numerosos sacerdotes y frailes de distintas comunidades de la diócesis, ha realizado su ingreso solemne en el Santo Sepulcro. Tras el canto de las primeras vísperas, se sucedieron la procesión y el rezo de completas. Más tarde, por la noche, fue el custodio de Tierra Santa quien se acercó ante la tumba para celebrar la vigilia de oración. En el silencio de la noche, el Evangelio de Lucas ha resonado en la basílica: «Tomó el pan, lo partió y se lo dio a ellos. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron». La vigilia concluyó con la procesión del Santísimo Sacramento en torno al edículo.

La mañana del jueves, los Laudes han precedido a la misa, y la numerosa asamblea ha entonado: «Yo soy el pan vivo, quien coma de este pan vivirá para siempre, ¡Aleluya!». La homilía del patriarca ha subrayado el mensaje que Cristo nos deja en la Eucaristía. Unas semanas después de la visita del Santo Padre y de su invitación a una mayor paz y unidad, el patriarca, siguiendo el camino marcado por el Papa, ha afirmado: «Es precisamente la eucaristía quien nos ayuda a anular las distancias entre nosotros y a abrirnos un camino hacia el prójimo». Su Beatitud ha añadido después: «La eucaristía es un don inestimable que sobrepasa nuestro límite, nos rescata y nos reúne». Incienso y cánticos han reafirmado, durante la última majestuosa procesión, la grandeza de este Santísimo Sacramento, don de Dios a los hombres para que podamos vivir como hermanos.