El papa Francisco en Chipre: “Sed una Iglesia fraterna que sea instrumento de fraternidad para el mundo” | Custodia Terrae Sanctae

El papa Francisco en Chipre: “Sed una Iglesia fraterna que sea instrumento de fraternidad para el mundo”

La visita del papa Francisco a Chipre comenzó con un mensaje de ánimo a la Iglesia local, tras las huellas de San Bernabé y San Pablo. De hecho, el primer encuentro del Santo Padre, que aterrizó en Larnaca a primera hora de la tarde del 2 de diciembre, fue con los consagrados y consagradas de Tierra Santa y los movimientos eclesiales locales. A ellos, en la catedral maronita de Nicosia, el papa Francisco quiso hablarles de paciencia y fraternidad, dos palabras que deben estar en el corazón de la Iglesia de Chipre. Es una iglesia variada, compuesta por 26.000 latinos y 3.000 maronitas: un pueblo hoy de fiesta por el Papa, a pesar de las limitaciones de reunión debidas al Covid-19.

“Los miro y veo la riqueza de su diversidad”, dijo el papa Francisco dirigiendo un saludo a los maronitas y recordando también las dificultades que está atravesando Líbano.: “Cuando pienso en el Líbano siento mucha preocupación por la crisis en la que se encuentra y noto el sufrimiento de un pueblo cansado y probado por la violencia y el dolor. Llevo a mi oración el deseo de paz que sube desde el corazón de ese país”.

El de los maronitas es uno de los ritos orientales de la iglesia católica y su presencia en Chipre se remonta a cuatro oleadas sucesivas, entre los siglos VIII y XIII, desde Siria, Líbano y Tierra Santa. Actualmente, los maronitas son aproximadamente seis mil en toda la isla y sus ocho parroquias forman una diócesis. La relación con los frailes franciscanos que trabajan en Chipre es excelente y los franciscanos, además, representan a los maronitas en la Santa Sede.

Una iglesia fraterna para un pueblo “multicolor”

Para recibir al Santo Padre, en la catedral se encontraban el patriarca maronita, el cardenal Béchara Boutros Raï, y el arzobispo Selim Jean Sfeir. Se hallaban también presentes el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton y el Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa, siguiendo a la delegación apostólica en este viaje a tierra chipriota. 

“Saludo también a la Iglesia latina, presente aquí por milenios, que ha visto crecer en el tiempo, junto a sus hijos, el entusiasmo de la fe y que hoy, gracias a la presencia de tantos hermanos y hermanas migrantes, se presenta como un pueblo “multicolor”, un auténtico lugar de encuentro entre etnias y culturas diferentes. Este rostro de la Iglesia refleja el rol de Chipre en el continente europeo. No hay ni debe haber muros en la Iglesia católica: es una casa común, es el lugar de las relaciones, es la convivencia de la diversidad”. Lo dijo el papa Francisco tomando el ejemplo de Bernabé y Pablo que, como hermanos, viajaron juntos para anunciar el Evangelio, incluso en medio de la persecución. “Queridos hermanos y hermanas, necesitamos una Iglesia fraterna que sea instrumento de fraternidad para el mundo”, concluyó el Pontífice.

En apoyo a los migrantes

En nombre de los religiosos y religiosas, compartieron su testimonio sor Antonia Piripitsi, hermana franciscana misionera del Sagrado Corazón, y sor Perpetua Lou, hermana de San José de la Aparición. “Presto servicio en el centro social para migrantes – explicó sor Perpetua –.  En la actualidad, el de los migrantes es un tema candente: el mundo necesita restablecer la dignidad humana. Somos cristianos, católicos, seguimos el camino de Cristo y estamos en la tierra de San Bernabé y San Pablo: estas razones nos empujan a ver el rostro de Dios en la humanidad. La Iglesia nos ha enseñado que hemos sido creados a imagen de Dios y esto significa que todos tenemos derecho a tener una dignidad humana”. Sor Perpetua, que diariamente está en contacto con las situaciones más duras y difíciles de los migrantes, no oculta su emoción por haber contado su trabajo al Santo Padre: “Hoy, poco antes de dar mi testimonio, cuando me di cuenta de que iba a hablar delante del Papa, que es el vicario de Cristo en la Tierra, y he escuchado que se hablaba mucho de confortar y consolar a los demás, me he emocionado. Dejé de llorar solo porque no podía retrasar mi testimonio. Es difícil describir cómo me siento. El Papa representa y expresa el amor de Dios hoy aquí”. 

“Las dos hermanas han explicado bien su experiencia con los migrantes y yo conozco bien este tema, porque a menudo trabajamos juntos. Me han impresionado las palabras del Papa sobre la paciencia – comentó fray Andrew Arhin, párroco de la parroquia latina de Santa Cruz en Nicosia –. Esta visita provocará un cambio en el corazón de la gente. He encontrado a muchas personas en estos días que me han dicho que querían participar en la misa del Papa y, normalmente, no frecuentan la iglesia. Esta visita ha suscitado en la gente un nuevo deseo de Dios”.

El momento más esperado por los cristianos locales es precisamente la misa en el estadio que el Santo Padre presidirá el viernes 3 de diciembre, para abrazar como pastor al rebaño de Chipre.

 

Beatrice Guarrera