El misterio de la Visitación: el afán de anunciar a Cristo | Custodia Terrae Sanctae

El misterio de la Visitación: el afán de anunciar a Cristo

Numerosos fieles se han reunido en el santuario franciscano de la Visitación en Aik Karem, aldea natal de Isabel, prima de la santa Virgen María. El sábado 31 de mayo se ha celebrado uno de los momentos más importantes de Dios, es decir, María, que por primera lleva a Jesús en medio de los hombres.
Es una celebración muy querida por la Custodia de Tierra Santa porque fue el culto ferviente de la nueva Orden de san Francisco, en el siglo XIII, quien inspiró y divulgó la fiesta de la Visitación. La inmensa difusión de la Orden y de sus libros litúrgicos en la Europa medieval incitó a numerosas diócesis a adoptar esta fiesta, celebrada durante mucho tiempo en fechas diversas, según los países. Durante la reforma litúrgica del Vaticano II, siguiendo el criterio de unidad y conformidad al texto evangélico, se fijó para el día 31 de mayo.
En su homilía, el custodio de Tierra Santa, que ha presidido la misa, ha destacado la riqueza del sentido de esta fiesta, centrando la atención en un adverbio presente en el Evangelio del día (Lc 1,39) y repetido varias veces en la Biblia: «rápidamente» (cum festinatione). Esta prisa es el signo de una reacción inmediata. «Pero no todos los afanes tienen el mismo valor; algunos son signo de desorden, de retraso o incluso de una mala organización», ha precisado fray Pierbattista Pizzaballa. El afán que mueve a María a ponerse en camino es de otro orden. María, de hecho, ha encontrado lo esencial: Cristo.
«Ella vivió un encuentro que cambió su vida y, consciente de ello, se afana en partir para anunciarlo», ha explicado después. Movida por esta dinámica, María cambia también su relación con los demás y la intensidad y profundidad de sus propósitos. El custodio ha invitado a todos y cada uno a experimentar esta transformación para superior lo que ya sabemos y vivimos con los demás.
Durante esta celebración, cinco seminaristas –Fray Eliazar, Gilberto, Rodrigo, Luis y Rodolfo- han sido instituidos como lectores y acólitos. Estos ministerios se llaman «ministerios instituidos» y preparan a los seminaristas a los «ministerios del orden», es decir, el diaconado y el presbiterado; es, por tanto, una etapa importante en el camino andado por estos cinco frailes, que no han escondido su alegría. Fray Rodrigo, brasileño, que estudia el primer año de Teología en el seminario, a la salida de la misa nos ha dado el siguiente testimonio: «Este ministerio es un primer paso, ahora podré anunciar la Palabra de Dios y alimentarme de ella. Debo seguir, cada día un poco más, acercándome a Dios y esta etapa me anima».
El acólito es aquel que «acompaña», según la etimología de la palabra. Él acompaña al celebrante y a él le toca el servicio del altar: ayudar al sacerdote en las funciones litúrgicas y, principalmente, en la celebración de la misa.
Al finalizar la eucaristía, la asamblea se ha vuelto a reunir para disfrutar de un refresco y festejar gozosamente este día, invitados por fray Wladyslaw Brzezinski, superior del santuario.
Después, por la tarde, en Jerusalén, tras la misa presidida por el patriarca, S. B. Mons. Fuad Twal, ha tenido lugar la tradicional procesión de la Visitación desde el convento de San Salvador al Patriarcado latino (ida y vuelta). Una asamblea numerosa ha tomado parte en la procesión.
Emilie R.