El Magníficat y Mohammad: los rostros de la fraternidad en el Día de la Fraternidad Humana

El Magníficat y Mohammad: los rostros de la fraternidad en el Día de la Fraternidad Humana

El sábado 10 de junio, con motivo del evento “#Notalone, Meeting della Fraternità Umana” (#Notalone, Encuentro de la Fraternidad Humana), también el Magnificat, la escuela de música de la Custodia de Tierra Santa, fue invitado a participar en la jornada dedicada a la fraternidad con la música, el talento, pero sobre todo con la historia de Mohammad Al-Sheikh.

#Notalone, organizado por la Fundación vaticana Fratelli Tutti y retrasmitido a todo el mundo a través de la RAI y los medios vaticanos, es un evento inspirado en la encíclica “Fratelli tutti” del papa Francisco, firmada en Asís el 3 de octubre de 2020. A partir de la tarde, en la plaza de San Pedro, se sucedieron los encuentros con premios Nobel, testimonios, artistas, asociaciones y jóvenes de todo el mundo, todos comprometidos para promover la fraternidad y la amistad social entre las personas y los pueblos como antídoto contra las múltiples formas de violencia y las guerras abiertas en el mundo.

Por la noche, otros 8 lugares del mundo se unieron al acto, entre ellos Jerusalén. El Patriarca Latino, S.B. monseñor Pierbattista Pizzaballa, como representante de la Ciudad Santa, quiso que el Magníficat – la escuela de música nacida en el seno de la Custodia en 1995 –sirviera para mostrar el rostro de la fraternidad en Tierra Santa, con uno de sus alumnos, Mohammad. El joven y talentoso pianista interpretó obras de Scarlatti, Saint-Saëns, F. Chopin y Liszt, desde el bellísimo marco de la Maison D’Abraham (dirigida por Bernard Thibaud), de Jerusalén.

La historia de Mohammad Al-Sheikh, que ahora se conoce en todo el mundo, es un emblema del alma de la escuela: él es un chico musulmán, originario de Ramala, fue alumno de piano en el Magníficat, donde se graduó el año pasado. Su profesora, que lo acompañó en su itinerario académico, es judía: Emma Spitkovsky, de origen ucraniano, fue rechazada en el conservatorio de su país por su fe y, después de estudiar en Rusia, se trasladó a Jerusalén donde conoció el Magníficat. Una historia de encuentro, confianza y diálogo.

«Inmediatamente apoyé, compartí y creí en el espíritu de este instituto – cuenta con emoción Emma Spitkovsky – que pone en el centro el diálogo y la educación para la convivencia pacífica entre religiones, y donde trabajamos todos juntos, judíos, cristianos y musulmanes, unidos por la pasión por la música. Cuando conocí a Mohammad, tenía 10 años: enseguida reconocí su extraordinario talento. Estoy orgullosa de haber sido su profesora. A pesar de nuestra distinta religión y distinta cultura, lo que podemos hacer juntos no solo es posible sino, sobre todo, bello».

«Lo que hemos conocido esta noche es uno de los muchos ejemplos de convivencia pacífica aquí, en Tierra Santa – subraya el patriarca Pierbattista Pizzaballa – que nos enseña cómo, a pesar de todo, existen lugares, asociaciones y realidades en las que cristianos, judíos y musulmanes sienten que se pertenecen mutuamente: es posible sentirse “todos hermanos” (fratelli tutti) porque son hijos del mismo Padre».

El director del Magnificat, fray Alberto Joan Pari, no oculta su satisfacción: «Para nosotros es un gran honor haber sido elegidos para dar testimonio de los rostros de la fraternidad. Hay muchas historias particulares y únicas en nuestra escuela de música, que precisamente nació con la intención de superar las diferencias y crear juntos algo sólido y profundo. También estamos felices porque las palabras “fratelli tutti” proceden de nuestro santo padre Francisco, cuyo nombre escogió el Papa y que es la fuente de inspiración de la encíclica».

El acto, que concluyó con el Cuarteto Magnificat compuesto por Anjelie Villaluz, Alberto Joan Pari, Giuliana Mettini e Tareq Wahabe, fue trasmitido por televisión en directo por Vatican Media, e puede verse en diferido a través de nuestro canal de Facebook.

Silvia Giuliano