El Magnificat en Pontevico, concierto en honor al pueblo que salvó a Edith Fischhof de la furia nazi

El Magnificat en Pontevico, concierto en honor al pueblo que salvó a Edith Fischhof de la furia nazi

Edith Fischhof and fr. Alberto Joan in Pontevico
Edith Fischhof and fr. Alberto Joan in Pontevico

Hay un vínculo especial que une Pontevico, un pequeño pueblo en la provincia de Brescia (Italia), y el Magnificat de Jerusalén: estas dos realidades, tan lejanas entre sí, se encontraron en una jornada especial, el 22 de octubre, cuando con motivo de la ceremonia de inauguración de la sala municipal dedicada a Giuseppe Ippoliti y Teresa Zani (el matrimonio que en 1943 salvó a Edith Fischhof y a su hermana Trude de la furia nazi fascista), dos músicos de la escuela de música Magnificat, Willian Odeid y Faheem Khoury, participaron con su actuación, gracias a la oportuna propuesta de fray Alberto Joan Pari (oriundo, precisamente, de Pontevico).

Fray Alberto Joan es, en efecto, el puente de unión entre Pontevico y Edith Fischhof, cuya biografía, intensa y conmovedora como todas las historias de los supervivientes del Holocausto, fray Alberto conoció muy de cerca hace más de veinte años.

«Cuando enseñaba en la escuela primaria, a comienzos del 2000, llegó a nuestra escuela esta señora – explica fray Alberto –. Tenía unos 77 años y nos dijo que quería contar su historia a los niños, porque justo aquí, en Pontevico, en el año 1943 ella y su hermana Trude fueron salvadas del exterminio judío gracias al valor y la actuación del carabinero Giuseppe Ippoliti y su mujer, Teresa Zani, que las acogieron en su hogar en Chiesuola di Pontevico.  Después de su estancia en el pueblo, al final de la guerra, las hermanas encontraron una asociación judía que organizaba la nueva vida de los supervivientes en Milán y, gracias a ella, pudieron llegar a Israel».

«Mientras su vida volvía a la normalidad, Edith intentaba olvidar la agonía del pasado. Con el tiempo, sin embargo, empezó a pensar de nuevo en lo que había vivido: cuando la invitaban a hablar de su historia, se dio cuenta de que nunca había agradecido a todos los que en Pontevico la ayudaron a mantenerse con vida, aún a riesgo de su propia supervivencia. El punto de inflexión fue un sueño en el que Giuseppe Ippoliti le preguntaba: “Lidia, ¿cómo estás?”, llamándola por el nombre falso de tapadera que le habían puesto. En ese momento, Edith comprendió que debía regresar a Pontevico y hacer algo por la comunidad que la había salvado. Cuando yo la conocí, en la escuela, era la primera vez que volvía al pueblo, para dar testimonio de su historia y para recoger la documentación necesaria para obtener el reconocimiento de Giuseppe Ippoliti y su esposa como “Justos entre las naciones” (máximo título honorífico concedido por la autoridad israelí)».

«Cuando, siguiendo mi vocación, llegué a Tierra Santa – explica fray Alberto – no relacioné el hecho de que Edith estuviese aquí y conociese mi pueblo, Pontevico: pero gracias a una compañera de la escuela, con la que se había relacionado, finalmente encontré la forma de volver a ponerme en contacto con ella el año pasado, con motivo del Día del Recuerdo, poco después de haber logrado el reconocimiento para los dos cónyuges».

De hecho, Edith Fischhof dedicó 20 años a su misión: tan solo el 7 de octubre de 2021 el organismo nacional para la Memoria del Holocausto otorgó, en Latina, el honor de “Justo entre las naciones” al profesor Paolo Ippoliti, bisnieto del matrimonio condecorado.

Un año después de ese reconocimiento, el 22 de octubre de este año, el Ayuntamiento de Pontevico decidió rendir homenaje a Giuseppe y Teresa con la ceremonia de inauguración de la sala municipal que lleva su nombre, en presencia de Edith: «Enseguida comprendí – continúa fray Alberto – que debía encontrar la forma de realzar y celebrar este vínculo entre Pontevico, la Tierra Santa y Jerusalén. Y no podía ser nada más hermoso que implicar a los alumnos del Magnificat en un concierto en honor de Edith, de quien la salvó, y también de mi pueblo, que colaboró en su salvación».

«Han sido días intensos, y ha sido emocionante volver a ver a Edith allí, en Pontevico, y sentir el calor y la acogida de mi comunidad. Además, para mí fue un honor poder contribuir a este evento con la participación del Magnificat, cuya misión es precisamente la de educar en la música sin distinción de raza, lengua o religión, promoviendo la armonía y el diálogo entre los pueblos».

Edith Fischhof aún no ha tenido la oportunidad de ver en persona la placa de “Justos entre las Naciones” grabada en la piedra del Yad Vashem: fray Alberto le ha prometido que él será el primero en acompañarla al muro de los justos, como representante de Pontevico, el pueblo – confiesa Edith – «que todos mis seres queridos recordarán para siempre».

Silvia Giuliano

Credit Photos: Marianna Baldo - ManerbioWeek