El domingo más cercano al 15 de noviembre, festividad de San Leopoldo de Babenberg (San Leopoldo el piadoso) y “Día del Rey” en Bélgica, la Custodia de Tierra Santa celebró la misa por Bélgica.
Durante la celebración, en presencia del cónsul general de Bélgica en Jerusalén, Wilfred Pfeffer, se rezó especialmente por los soberanos reinantes – Felipe y Matilde – y por la nación belga. Para las lecturas y oraciones se utilizaron los idiomas oficiales del país: francés, alemán y flamenco. Al final, sonó el himno nacional de Bélgica.
La misa anual por Bélgica se celebra con ocasión de la festividad de San Leopoldo de Babenberg (1073-1136), un soberano austriaco cuya forma de gobernar estuvo iluminada por la fe católica y la fidelidad a Roma. Su fiesta litúrgica, el 15 de noviembre, está presente en el calendario alemán, mientras que en el calendario romano fue sustituida por la de San Alberto Magno.
San Leopoldo es el patrón del primer rey de Bélgica (Leopoldo I). En 1866 su sucesor, el rey Leopoldo II, estableció el 15 de noviembre como “Día del Rey”. No es fiesta nacional, pero las oficinas gubernamentales están cerradas este día.
La misa estuvo presidida por fray Stéphane Milovitch, presidente del Santo Sepulcro. La homilía fue pronunciada por el padre Frans Bouwen, de la congregación de los Misioneros de África (Padres Blancos). Concelebraron algunos franciscanos de lengua francesa de la Custodia de Tierra Santa, religiosos de los Padres Blancos y dominicos de la École Biblique de Jerusalén.
En su homilía, el padre Bouwen se centró en el tema de la acogida y el compartir, y en la actitud hacia los más pequeños, como proponían las lecturas del día. “Los pequeños y los pobres no solo forman parte de nuestra sociedad, sino que tienen la misma dignidad y los mismos derechos – afirmó – ¿Qué acogida ofrecemos a los necesitados que encontramos en nuestra vida diaria? En cada momento podemos aportar nuestra pequeña contribución a la construcción de un mundo mejor, donde el lugar y la dignidad de cada persona sean reconocidos”.
El padre Bouwen invitó a los presentes a orar por los reyes y gobernantes de Bélgica, para que “construyan un país unido en armonía y respeto mutuo”. Y para que Dios “abra los ojos de los gobernantes de los distintos países, para que vean las necesidades reales de sus pueblos y se comprometan a responder, reconociendo la igual dignidad de todos”.
Marinella Bandini