El custodio de Tierra Santa recibe al nuevo cónsul general de Francia en el Santo Sepulcro | Custodia Terrae Sanctae

El custodio de Tierra Santa recibe al nuevo cónsul general de Francia en el Santo Sepulcro

El martes 5 de noviembre a las 10.30, una delegación de la Custodia se encontraba en la Puerta de Jaffa esperando la comitiva que acompañaba para su ingreso en la ciudad santa al Sr. Hervé Magrot, nuevo cónsul general de Francia en Jerusalén. Según la tradición, que se remontaría a mediados del siglo XIX, él es el único diplomático extranjero que tiene el privilegio de realizar una visita oficial a la basílica del Santo Sepulcro. El custodio de Tierra Santa le esperaba delante de la tumba.

A las once, la comitiva compuesta por el cónsul general, su consorte, personal diplomático, numerosos religiosos y franciscanos residentes en el país, precedidos por los kawas, se dirigió a través de las callejuelas de la Ciudad Vieja. Los turistas y peregrinos estaban sorprendidos al ver pasar esta procesión con una personalidad civil vestida de gala.
Los superiores de las comunidades franciscanas, fray Noel Muscat, y los responsables de las comunidades griega y armenia saludaron al cónsul general en la plaza de la basílica. El cónsul fue después recibido por fray Pierbattista Pizzaballa, custodio de Tierra Santa.

En su discurso de recepción, pronunciado ante la tumba, fray Pierbattista Pizzaballa puso de relieve el carácter local y universal de la ciudad de Jerusalén: «Jerusalén es una ciudad especial, llena de historia, de simbolismo, de culturas y religiones diversas. Es una ciudad con un perfil universal y local al mismo tiempo. Es universal porque está desde siempre abierta al mundo, por el significado religiosa que tiene para millones de creyentes por todo el mundo. Pero es universal también porque tiene dentro de sí las almas de todo el mundo, tanto las religiosas como las culturales, que a través de los siglos la han plasmado dándole un lugar especial. Jerusalén tiene un perfil evidentemente local, porque sigue marcando todavía hoy, como decía, la identidad religiosa y cultural de los pueblos que viven en esta tierra». (Véase abajo el discurso íntegro).

El custodio se felicitó de que la comunidad internacional siga atenta a preservar este carácter único de la ciudad.
Tras el discurso de bienvenida, fray Stéphane Milovitch ha leído en francés el evangelio de la Resurrección. Tras la bendición impartida por el custodio, el cónsul general entró en la tumba y después realizó una breve pero intensa visita al edificio.

A continuación el cortejo dejó el Santo Sepulcro para acercarse, siempre en procesión, a la basílica de Santa Ana, propiedad nacional francesa gestionada por los padres blancos misioneros de África. Aquí, Mons. Michael Fitzgerald, expresidente del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso y exnuncio en Egipto, ha pronunciado un discurso de bienvenida, seguido por otro de M. Hervé Magrot, en respuesta a las intervenciones de Mons. Fitzgerald y del custodio. La visita oficial ha concluido con un refresco en el recinto de Santa Ana.

Francia es la única de las cuatro naciones latinas llamadas «protectoras» de las comunidades cristianas (junto con Italia, España y Bélgica) que se beneficia de tal acogida. Es también la única nación occidental que tiene propiedades nacionales en Jerusalén y fuera de ella.
El país debe estos privilegios a su presencia histórica en el país con la apertura de un consulado bajo Luis XIII y a los acuerdos concluidos bajo Francisco I con el sultán otomano, confirmados por los acuerdos de Metilene (1901) y de Constantinopla (1913), que le confirieron una responsabilidad especial con respecto a las Iglesias cristianas y las comunidades cristianas de origen francés.

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Signor Console e consorte,
benvenuti al Santo Sepolcro. È per me un onore e un privilegio accoglierla in questo Luogo, che è il cuore della vita di fede di miliardi di credenti in tutto il mondo e punto di riferimento insostituibile dell’identità della nostra fragile comunità cristiana.

Gerusalemme è una città speciale, carica di storia, di simbolicità, di culture e religioni diverse. È una città con un profilo universale e locale allo stesso tempo.
È universale, perché è da sempre aperta al mondo, per il significato religioso che essa ha per miliardi di credenti sparsi nel mondo. Ma è universale anche perché ha racchiuse in sé le anime del mondo, quelle religiose come pure quelle culturali, che lungo i secoli l’hanno plasmata rendendola un luogo speciale.
Gerusalemme ha un profilo evidentemente locale, perché essa continua a marcare ancora oggi, come dicevo, l’identità religiosa e culturale dei popoli che vivono in questa Terra.

La comunità internazionale continua ad essere sempre attenta alla preservazione di questa città e del suo carattere speciale, di apertura al mondo. La Francia, in questo contesto, ha sempre rivestito un ruolo speciale, nella storia e nel presente. Con le sue istituzioni e le sue tradizioni, la Francia continua a mantenere vivo e vivace il suo legame con questa città. Nel riceverla, noi oggi offriamo alle istituzioni francesi a Gerusalemme che Lei rappresenta, ma anche a tutto il popolo di Francia, la gratitudine per questo importante contributo, di cui abbiamo ancora tutti bisogno.

In un periodo in cui tutto nel mondo sembra cambiare, anche qui nel Medio Oriente, questo rito semplice ed antico di accoglienza in un Luogo religioso di una personalità civile, ci richiama il contributo che tutti insieme, ciascuno per la sua parte, dobbiamo dare per continuare a custodire il carattere unico della città santa, nel rispetto delle diverse identità religiose che la compongono e nel costruire con sempre maggiore determinazione occasioni d’incontro e di amicizia.

Il contributo della Francia in questo senso è sempre stato importante e, ne siamo certi, continuerà ad esserlo anche nel futuro.

Benvenuto a Gerusalemme.

5 novembre 2013