Jueves Santo por la tarde. El Custodio de Tierra Santa, padre Pierbattista Pizzabala, ha presidido la Misa en la Parroquia de San Salvador en Jerusalén.
La iglesia estaba llena y la asamblea estaba contenta. El párroco de la parroquia, padre Ibrahim Faltas ofm, ha dicho la homilía, pero ha sido el Custodio de Tierra Santa quien ha renovado el gesto del lavatorio de los pies a seis jefes scout y a seis laicos colaboradores de la parroquia. Para estas doce personas ha sido impresionante. Pero, ¿qué es lo que era impresionante?, ¿que el Custodio de Tierra Santa se haya puesto de rodillas y, después de haberlos lavado, les haya besado los pies?, ¿o que lo haya hecho con una simplicidad tal y una alegría manifiesta?
Al término de la Misa, se ha dirigido en italiano a la asamblea y el párroco traducía al árabe sus palabras. Les ha dicho particularmente que la relación entre los cristianos locales y la Custodia se ha hecho con frecuencia de preguntas, de esperas cargadas de preocupaciones, y que la Custodia trataba de responder, en la medida de sus medios y consciente de no poder hacer todo. “No sois numerosos, no somos numerosos, pero este pequeño número no nos debe hacer perder la fe ni la Esperanza”.
Y el Custodio, en estos días santos, les ha invitado a mirar a Cristo, a mirar su amor por los hombres y a imitarlo. Sus palabras traducían el conocimiento de la situación de los cristianos de la zona y de todas sus tentaciones; traducían también toda la atención que la Custodia les dedica, pero también habían en ellas mucho calor y autenticidad, y han sido muy aplaudidas.
El Custodio y una buena parte de la parroquia se han despedido sabiendo que la próxima cita está ya fijada: el lunes de Pascua, en Emaús.
MAB
La iglesia estaba llena y la asamblea estaba contenta. El párroco de la parroquia, padre Ibrahim Faltas ofm, ha dicho la homilía, pero ha sido el Custodio de Tierra Santa quien ha renovado el gesto del lavatorio de los pies a seis jefes scout y a seis laicos colaboradores de la parroquia. Para estas doce personas ha sido impresionante. Pero, ¿qué es lo que era impresionante?, ¿que el Custodio de Tierra Santa se haya puesto de rodillas y, después de haberlos lavado, les haya besado los pies?, ¿o que lo haya hecho con una simplicidad tal y una alegría manifiesta?
Al término de la Misa, se ha dirigido en italiano a la asamblea y el párroco traducía al árabe sus palabras. Les ha dicho particularmente que la relación entre los cristianos locales y la Custodia se ha hecho con frecuencia de preguntas, de esperas cargadas de preocupaciones, y que la Custodia trataba de responder, en la medida de sus medios y consciente de no poder hacer todo. “No sois numerosos, no somos numerosos, pero este pequeño número no nos debe hacer perder la fe ni la Esperanza”.
Y el Custodio, en estos días santos, les ha invitado a mirar a Cristo, a mirar su amor por los hombres y a imitarlo. Sus palabras traducían el conocimiento de la situación de los cristianos de la zona y de todas sus tentaciones; traducían también toda la atención que la Custodia les dedica, pero también habían en ellas mucho calor y autenticidad, y han sido muy aplaudidas.
El Custodio y una buena parte de la parroquia se han despedido sabiendo que la próxima cita está ya fijada: el lunes de Pascua, en Emaús.
MAB