El Cuerpo y la Sangre de Cristo, don para transformarnos radicalmente | Custodia Terrae Sanctae

El Cuerpo y la Sangre de Cristo, don para transformarnos radicalmente

«Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva» 1 Cor 11,26

Para los fieles presentes en el Santo Sepulcro este jueves 30 de mayo, dichas palabras, tomadas de la segunda lectura de la misa, han sonado con una especial intensidad. Tienen mayor eco en este lugar que en el de la institución de la eucaristía porque resumen todo el misterio de la Pasión de Jesucristo.
Los franciscanos han entendido bien por qué celebran la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo ante la tumba vacía.
Allí donde en Pascua se proclama la victoria de Cristo sobre la muerte, allí donde las rodillas se doblan ante el sepulcro vacío, allí donde la ausencia real de Cristo anuncia una vida nueva, en ese mismo lugar celebran, con alegría, la presencia real y perenne de Jesús en la eucaristía.

A todos los peregrinos desorientados en la basílica, a todos los que, fascinados por el desierto, seducidos por Galilea y sus paisajes, se han desilusionado por no poder ver con sus ojos, aquí en Jerusalén, el jardín de la resurrección, la celebración de la eucaristía en el Santo Sepulcro, como todas las celebraciones, ofrece la posibilidad de vivir una transformación radical.

Mons. Shomali, que ha presidido la celebración, ha recordado en su homilía el paralelismo hecho por Benedicto XVI, comparando el don de la eucaristía con una fisión nuclear (texto de la homilía de Benedicto XVI, Colonia 2005). El sacramento de la eucaristía, que celebramos hoy, transforma la muerte y la violencia de la Pasión de Cristo en un acto de amor, en una fuente de energía. Es una fuerza que se nos da para amar al prójimo. Debe transformar nuestras vidas para hacer de nosotros comunidades llenas de energía. Celebrar y recibir la eucaristía debe manifestarse en nuestras vidas y transformarnos en profundidad.
La adoración eucarística, ha seguido diciendo Mons. Shomali, es la prolongación de la eucaristía; adoración eucarística que, el próximo domingo 2 de junio, el papa Francisco vivirá con los cristianos del mundo entero, invitados a unirse a este momento solemne.

En Jerusalén, las parroquias y comunidades animarán los tiempos de adoración en unidad con el papa desde las 18.00 a las 19.00 horas locales (17.00 a 18.00 hora romana), poniendo en el centro de sus oraciones a Siria, como ha pedido expresamente Mons. Shomali.

La celebración de hoy ha concluido en el Santo Sepulcro con la procesión del Santísimo Sacramento en torno a la tumba vacía, seguida por la bendición.
La fiesta comenzó en la vigilia, con lo oración de las primeras vísperas del día, presidida por Mons. Shomali, y seguida de la procesión cotidiana. Mientras que, excepcionalmente, el representante del patriarca volvía solo al patriarcado, acompañado únicamente por el presidente (superior) guardián del Santo Sepulcro, los franciscanos han permanecido en la basílica para cantar, ante el edículo, el oficio de completas presidido por el vicario custodial, fray Artemio Vítores. Es la única vez en el año, tras la reforma litúrgica en el Santo Sepulcro, en que la oración de completas se celebra ante la tumba vacía.
Los frailes volvieron a este mismo lugar a medianoche para el rezo del oficio de lecturas de la fiesta, presidido esta vez por el custodio de Tierra Santa.

La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo se desarrolla con una gran solemnidad, permitiendo a los fieles celebrar el misterio de la eucaristía a la luz de la resurrección mientras que el Jueves Santo la celebración del mismo misterio está dominada por los tonos de la Pasión.

Este día ha supuesto además una nueva ocasión para Mons. Shomali de felicitar a los sacerdotes que celebran el aniversario de su ordenación. La Custodia de Tierra Santa se asocia a esta felicitación, deseándoles a ellos, y a todos, una espléndida fiesta.