El carisma franciscano en tiempos de cambio | Custodia Terrae Sanctae

El carisma franciscano en tiempos de cambio

7 Noviembre 2008

La Orden de los Frailes Menores está viviendo desde hace algunos años una experiencia de renovación, reflexionando sobre sus propias raíces espirituales y buscando formas originales de encuentro con el mundo contemporáneo. El redescubrimiento de la “gracia de los orígenes” quiere ser un estímulo a mirar hacia adelante, para construir un futuro mejor.

Para tomar nuevo impulso en esta dirección, la Custodia ha acogido la visita de fray Massimo Fusarelli, Secretario General de Formación y Estudios de la Orden de los Frailes Menores, por un breve pero intenso ciclo de conferencias. En Nazaret y Belén, fray Massimo ha llevado a cabo dos encuentros con las comunidades religiosas locales, bajo el tema “Restituir con la vida el don de la vocación”, en las que ha ofrecido una reflexión penetrante y cautivadora sobre el tema de la vocación franciscana.

En Jerusalén, sin embargo, fray Massimo ha pronunciado una conferencia sobre un tema más amplio, resultando la Sala de la Madreperla apenas lo suficientemente grande como para acoger al numeroso auditorio. Muchísimos frailes, religiosos y laicos han intervenido, atraídos por el argumento y la fama del orador. La reflexión, muy atractiva, se ha centrado en el tema “El carisma franciscano en el cambio de época actual”. Comprendemos la actualidad del carisma franciscano sólo si lo entendemos como “una forma particular de acceso y comprensión del Evangelio, a partir no tanto de una idea, aunque sea teológica, cuanto de una experiencia vivida”.

A partir de esta intuición inicial, el orador ha descrito la visión franciscana del mundo como una mirada capaz de una lectura positiva del mundo y las culturas que lo habitan. San Francisco ha visto el mundo a la luz del amor evangélico, como si fuera un hombre de otro mundo, “plenamente inserido en su propio tiempo por ser peregrino y forastero hacia la ciudad futura, construida por Dios mismo y no por manos de hombre”. Desde esta actitud profética de ver el mundo a la luz de Dios deriva la capacidad franciscana de vivir las distintas situaciones históricas, asumiendo los retos que sucesivamente se presentan.

Entre muchas posibilidades, se han indicado algunos núcleos de la espiritualidad franciscana necesarios para vivir nuestro tiempo y fecundarlo de vida evangélica. El encuentro con el leproso, determinante para la vocación del joven Francisco, aparece como paradigmático del encuentro con Dios a través de los hermanos. También la experiencia del trabajo surge como algo típico de la novedad franciscana. El trabajo era para los primeros frailes un modo de vivir la dimensión social y ofrecer un ejemplo luminoso de la vida en la fe.

Así también, la sensibilidad franciscana hacia la creación, más allá de reducirse a un banal ecologismo de moda, debe revelar la riqueza del cosmos entendido como ciudad del hombre, ocasión para vivir el perdón y la reconciliación. La auténtica armonía con la creación pasa a través de la paz con los hombres. Por esto, la dinámica de la paz pasa a través de la penitencia, que aparece como “aquella transformación que lleva al hombre de una vida instintiva, centrada sobre el propio yo, a una vida enteramente sujeta y abandonada al señorío de Dios”.

Tras la conferencia ha seguido un debate encendido, demostrando cómo todos estos temas aparecen como vitales para el futuro de la vida franciscana y para una comunicación siempre más eficaz del Evangelio. En el camino de la fe nadie puede hacerse la ilusión de haber llegado a la meta. Por esto, es inteligente replantearse las cosas una vez más, buscando estilos de vida más auténticos y creativos.

Fray Carlo Serri ofm